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El Año Nuevo es una de las celebraciones más antiguas y que se vive con entusiasmo, alegría y esperanza en todas partes del mundo, donde miles de personas cierran un ciclo en la Nochevieja (31 de diciembre) y aguardan con ansias las 12 de la noche, pero ¿Por qué se festeja al iniciarse el 1 de enero?.
Todas las culturas celebran el comienzo de un nuevo año como una necesidad de establecer una parcialización del tiempo, de hacer un quiebre o reinicio antes de continuar.
El registro más antiguo de la celebración del Año Nuevo llega desde el Akitu, un festival babilónico hace más de cuatro mil años. En él se tomaba en cuenta la primera luna nueva después del equinoccio vernal (marzo), el día con la misma cantidad de luz solar y oscuridad.
CAMBIO DEL CALENDARIO
En Roma, Julio César decidió modificar el sistema y cambió el calendario romano por el juliano, el año 46 a.C.
Antes se iniciaba el primer día del mes de marzo. Con este cambio el Año Nuevo partía en enero, en honor a Jano , dios romano de los comienzos.
Posteriormente, el calendario gregoriano mantuvo la costumbre y la celebración se caracterizó con un significado religioso durante la Edad Media y los siguientes siglos.
Justo en la Edad Media, los líderes cristianos consideraron la fiesta pagana y volvieron a cambiar la fecha por las celebraciones del 25 de diciembre (nacimiento de Jesús) y 25 de marzo (anunciación).
Pero fue en 1582, cuando el papa Gregorio XIII restableció el 1 de enero como día de Año Nuevo.
Con la expansión de la cultura occidental en todo el mundo, el 1 de enero se convirtió en una fecha que marca el inicio de un nuevo ciclo, donde las personas miran hacia atrás y adelante, recuerdan lo bueno y lo malo que les sucedió, se marcan nuevas metas y esperan que los siguientes 365 días lleguen cargados de sorpresas.