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La ofensiva de Israel contra Gaza es exagerada, según comenta el escritor israelí Amos Oz. El experto también critica la estrategia de Hamás, cuya presencia en Gaza se fortalece con el aumento de las víctimas.
Amoz Oz: Me gustaría comenzar la entrevista de una forma peculiar: haciendo una o dos preguntas a sus lectores. ¿Me permite?
Deutsche Welle: Por supuesto, adelante.
Primera pregunta: ¿Qué harían ustedes si su vecino de enfrente se sienta en el balcón, pone a su niño sobre sus piernas y comienza a disparar una ametralladora contra la habitación de sus hijos?
Segunda pregunta: ¿Qué harían ustedes si su vecino de enfrente cava un túnel desde su casa a la habitación de sus hijos con el objetivo de volar su hogar por los aires o secuestrar a su familia?
Con estas dos preguntas, le devuelvo las riendas de la entrevista.
Deutsche Welle: Claramente ya nos encontramos en plena entrevista. Deduzco que, al igual que en el caso de la segunda guerra de Líbano en 2006 y la ofensiva de Gaza en 2009, usted apoya a la ofensiva israelí en la Franja de Gaza. ¿Estoy en lo cierto?
Amoz Oz: No, solo apoyo la respuesta militar limitada, y no la respuesta militar ilimitada como hice en 2006 y después también en el conflicto anterior en Gaza.
¿Dónde está el límite para usted?
En la destrucción de túneles desde donde quiera que vengan. Además, se debe tratar de apuntar solo a objetivos de Hamás, única y exclusivamente.
Parece haber un problema en este sentido. Los túneles son un sistema muy elaborado y difícil de encontrar. Las entradas están ocultas en edificios públicos y privados, de modo que para ello se deberían registrar las casas una a una, lo que supondría un perjuicio para los ciudadanos. Y lo mismo se podría decir de la destrucción de lanzamisiles en zonas civiles.
Me temo que no hay forma humana de evitar víctimas civiles entre los palestinos mientras que el vecino ponga a su niño sobre sus piernas mientras ametralla la casa del prójimo.
¿Pero cree que la analogía del niño sobre las piernas es realmente apropiada? Gaza tiene una gran densidad de población, y las posiciones de Hamás se encuentran inevitablemente en zonas civiles.
Sí, y esa es precisamente la estrategia de Hamás. Es por eso que Israel solo puede salir perdiendo. Cuantas más víctimas israelíes haya, mejor para Hamás. Y cuantas más víctimas palestinas haya, también será mejor para Hamás.
Según usted, ¿la ofensiva actual es exagerada?
Creo que en algunos aspectos es excesiva. No tengo información detallada sobre lo que realmente está pasando sobre el territorio, pero a juzgar por algunos de los ataques del ejército israelí en Gaza, creo que al menos en algunos aspectos la acción militar es excesiva. Justificada, pero excesiva.
¿Cuál sería su sugerencia, entonces?
Yo optaría por acercarnos a Abu Mazen (presidente palestino Mahmoud Abbas – nota de la redacción) y aceptar las condiciones (conocidas en todo el mundo) para una solución biestatal y coexistencia entre Israel y Cisjordania: dos capitales en Jerusalén, una modificación territorial de acuerdo mutuo, eliminación de la mayor parte de los asentamientos judíos en Cisjordania.
Cuando en Ramala y Nablus, Cisjordania, se viva en libertad y con prosperidad, creo que la gente de Gaza tarde o temprano hará con Hamás lo que la gente de Rumanía hizo con Ceaucescu. No sé cuánto tiempo llevará, pero está destinado a pasar, simplemente porque la gente de Gaza se sentirá celosa de la libertad y prosperidad de sus hermanos de Cisjordania en el estado de Palestina. Esta sería, en mi opinión, la solución. Pero está claro que no se puede implementar en 24 o 48 horas.
¿Logra imaginarse un estado palestino sin hostilidades contra Israel?
Desde luego. Creo que la mayoría de los palestinos no están precisamente enamorados de Israel, pero aceptan reticentemente que los judíos israelíes no se van a ir de ahí, del mismo modo que los judíos israelíes, igualmente reticentes y descontentos, aceptan que los palestinos tienen pensado quedarse. Esto no son las condiciones ideales para una luna de miel, pero quizás sí para un divorcio justo como el que se vivió en el caso de República Checa y Eslovaquia.
Nos viene a la mente una imagen de un estado palestino con gran agitación en su economía, un gobierno débil que no puede controlar los grupos radicales y que podría llegar a tomar medidas en su hostilidad contra Israel para permanecer en el poder.
Esto depende de la cantidad de apoyo y material de asistencia que el nuevo estado palestino reciba de Israel, de los países árabes más ricos y del resto del mundo.
Mucha gente argumenta que la solución biestatal no es posible, teniendo en cuenta el progreso de construcción de asentamientos y carreteras en Cisjordania.
Bueno, hace algunos años fui testigo de cómo el primer ministro Ariel Sharon eliminaba todos los asentamientos y el ejército judíos de Gaza en unas 36 horas sin derramamiento de sangre. No estoy sugiriendo que esto se pueda repetir en Cisjordania tan fácilmente, pero soy de la opinión de que nada en la vida es irrevocable salvo la muerte.
Sin embargo, el gobierno derechista israelí tiene una gran base de seguidores entre los asentamientos.
Se trata de un gobierno de derechas que se apoya en un partido centrista y relativamente pacífico llamado Yesh-Atid. Por tanto, está en las manos de este partido centrista decidir el futuro de este gobierno de derechas.
Ha hablado de una solución a largo plazo. ¿Pero cómo sería un acuerdo a corto plazo, en caso de que se diera?
Desafortunadamente, las hostilidades actuales solo cesarán cuando una de las partes, o ambas, se cansen. Esta mañana leí con mucho detenimiento el manifiesto de Hamás. Dice que el Profeta ordena a todos los musulmanes matar a todos los judíos en cualquier parte del mundo. Cita los protocolos de los sabios de Sion (libelo antisemita – nota de la redacción) y dice que los judíos controlaban el mundo a través de la Liga de las Naciones y de las Naciones Unidas, que los judíos causaron las dos guerras mundiales y que el mundo entero está bajo el control del dinero judío. Con todo esto, difícilmente se puede llegar a un compromiso entre Israel y Hamás. Yo siempre me he considerado un hombre de compromisos, pero ni siquiera alguien como yo puede acercarse a Hamás y proponer: “Ni para ti ni para mí. ¿Qué tal si Israel solo existe los lunes, miércoles y viernes?”
Hamás demanda que se levante el bloqueo de la Franja de Gaza.
Yo estoy completamente a favor. Creo que el bloqueo debería eliminarse, y que se deberían enviar una buena cantidad de recursos árabes e israelíes a la Franja de Gaza a cambio de una desmilitarización efectiva. Esta es una propuesta que Israel debería hacer inmediatamente.
¿No se podría interpretar esto como una seña de que los ataques con misiles son un medio efectivo para ejercer presión?
Si el resultado es una desmilitarización efectiva de la Franja de Gaza, estoy seguro de que al menos 80 por ciento de los judíos israelíes aceptarán la situación, aún con el ambiente militar actual.
Es usted parte del 85 por ciento de los israelíes que desean que continúe la ofensiva hasta que se alcancen los objetivos estratégicos de destrucción de túneles y lanzamisiles?
La única alternativa a la continuación de la operación militar israelí es simplemente seguir el ejemplo de Jesucristo y poner la otra mejilla. Personalmente, yo nunca he estado de acuerdo con esa doctrina de poner la otra mejilla al enemigo. A diferencia de los pacifistas europeos, nunca he creído que el peor mal del mundo sea la guerra. Desde mi punto de vista, el peor mal del mundo es la agresión y la única manera de repeler la agresión es, desgraciadamente, por la fuerza. Ahí es donde reside la diferencia entre un pacifista europeo y un “peacenik” israelí como yo. Y, si me permite, añadiré una pequeña anécdota: un familiar mío que sobrevivió el Holocausto nazi en Theresienstadt siempre les recuerda a sus hijos y nietos que sobrevivió en 1945 no gracias a los manifestantes pacifistas con posters y flores, sino gracias a soldados y sus fusiles.
¿Qué efecto tienen las hostilidades constantes en la gente?
Tiene efectos muy malos. Incrementa el odio, la amargura, las sospechas, la desconfianza. Pero este es el caso en cualquier guerra. La esperanza de que de alguna manera los enemigos comenzarán a entenderse entre ellos, a aceptarse, y de que eventualmente lleguen a reconciliarse es una presunción sentimentalista frecuente, pero a través de la historia se puede observar que las cosas siempre funcionan al revés. Enemigos con el corazón lleno de rencor y odio firman un contrato a regañadientes, abrumados por los deseos de venganza. Y es con el paso del tiempo como eventualmente se da un descenso gradual de esas emociones.
Hace 50 años, usted escribió que “incluso una ocupación inevitable es una ocupación corruptora”.
No siempre estoy de acuerdo conmigo mismo, pero en este caso sí que lo estoy. Una ocupación siempre es corruptora, aún cuando es inevitable. La brutalidad, el chauvinismo, la mentalidad cerrada, la xenofobia, todos ellos son síndromes usuales de conflicto y ocupación. No obstante, la ocupación israelí de Cisjordania ya no es inevitable.
Si usted no hubiera sido el que comenzó con la entrevista, mi primera pregunta habría sido: ¿cómo está?
Bueno, personalmente no me encuentro muy bien. Acabo de regresar del hospital tras pasar por tres operaciones y me estoy recuperando poco a poco en casa, entre alarma y alarma de redada. Durante las redadas vamos al refugio y esperamos allí unos momentos, y a continuación seguimos con nuestras vidas hasta la siguiente alarma.
Durante su estancia en el hospital no pudo refugiarse… Suena terrorífico.
No, no es así. Yo he vivido una larga vida y he participado en el campo de batalla en dos ocasiones. Solo siento terror cuando pienso en mis nietos.
¿Cuán seguros se sienten los israelíes?
¿Cuán seguros se pueden sentir los judíos en este planeta? No me estoy refiriendo solo a los últimos 20 o 50 años, sino a los últimos dos milenios. Aún así, le confiaré mi esperanza y mis plegarias para el futuro de Israel: quisiera ver un Israel que no aparece en la primera página de los periódicos de todo el mundo, y que en lugar de ello conquista, ocupa y construye asentamientos en los campos de la literatura, el arte, la música y la arquitectura. Este es mi sueño para el futuro.
Amos Oz, nacido como Amos Klausner, es un renombrado escritor israelí, periodista y profesor de literatura. Sus obras se han traducido a 42 idiomas, entre los que se incluye el árabe. Oz, nacido en Jerusalén, apoya la solución biestatal para el conflicto palestino-israelí.
(Fuente: Dennis Stute/Deutsche Welle )