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El balance del Congreso arroja un saldo negativo a pocos días de terminar el 2012. Inconductas éticas, baja calidad de producción legislativa y el ejercicio de una fiscalización mediática sin resultados concretos son algunas de las principales causas, revela un informe del diario Perú21.
No obstante, el despilfarro del presupuesto durante estos 12 meses es el principal factor para el deterioro en la imagen de esta institución. Ello queda en evidencia con cuestionadas medidas como la creación de oficinas descentralizadas, la implementación de polémicos programas proselitistas, el otorgamiento de millonarios bonos sindicales y los aumentos remunerativos encubiertos a favor de una reducida élite de parlamentarios.
Por ejemplo, el programa Gestores para el Desarrollo demuestra la política de derroche del Legislativo. Lo promovió el entonces presidente del Congreso, Daniel Abugattás, y solo la presión de la prensa logró bloquearlo, impidiendo el despilfarro de S/.9 millones anuales.
Otra de las controversias es el convenio laboral que le otorga jugosos aumentos a un grupo privilegiado de trabajadores del Congreso y la próxima instalación de oficinas a nivel nacional, lo que implicará un desembolso superior a los S/.11 millones bajo el argumento de que contribuirá a establecer un nexo más estrecho entre los legisladores y sus electores.
La misma justificación que esgrimen hoy los parlamentarios para sustentar el incremento de su asignación por función congresal a más de S/.15,000 mensuales, lo cual constituye un aumento encubierto de sus sueldos sobre el que no rendirán cuentas. Pese a este descalabro, el titular del Parlamento, Víctor Isla, pretende elevar de 130 a 145 el número de legisladores.