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Ella es un venado que nació en un cementerio de Kansas, Estados Unidos. Poco tiempo después de su nacimiento, su madre murió atropellada y, desde entonces, el animal se convirtió en la mascota de los cuidadores del lugar.

Hace algunos meses, un perro callejero entró al camposanto, y ambos animales se volvieron inseparables: comían y paseaban juntos. Sin embargo, en un giro trágico del destino, los dos amigos tuvieron que ser separados por la naturaleza. Una sociedad protectora de animales tuvo que llevarse al can por temor a que no sobreviviera el invierno si se quedaba a la intemperie.

Según el HuffingtonPost, John Weilert, presidente de la Sociedad del Cementerio Elmwood, reconoció que la separación era muy triste pero necesaria, e instó a la población a seguir el ejemplo de los animales y resolver sus diferencias.