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En casos graves de leucemia –-conocidos también como cáncer de sangre— el trasplante de células madre suele ser la práctica más habitual. En este caso, se reemplaza la médula ósea enferma por células sanas procedentes de un donante que sea compatible con su receptor.
La leucemia es una enfermedad maligna de las células blancas de la sangre —los leucocitos—, que son los responsables de la defensa del organismo contra las infecciones y substancias extrañas para el cuerpo. En el caso de la leucemia aguda, la enfermedad se desarrolla en pocas semanas y debe ser tratada lo antes posible.
Durante el tratamiento con células madre puede darse el caso de que el paciente reaccione con un rechazo a la terapia. Por este motivo, se le administra medicamentos que eliminan gran parte de su sistema inmunológico. El riesgo a sufrir infecciones se vuelve entonces mucho mayor y el paciente debe ponerse las vacunas convencionales de nuevo.
Contra algunas enfermedades, sin embargo, no existen vacunas, como sucede con los hongos o los herpes. En este caso, se puede alargar meses, o incluso años, hasta que el paciente vuelva a restablecer completamente el funcionamiento de su sistema inmunológico.
“La mayoría de los pacientes padecen una infección directamente después del trasplante, es decir, durante las primeras cuatro semanas. Incluso hay pacientes que años después siguen sufriendo infecciones graves”, explica Andreas Mackensen, de la Universidad Clínica de Erlangen.
Trasplante de células madre
Reducir el riesgo de infección —o incluso evitarlo por completo— es el objetivo que se han marcado un grupo de científicos de Erlangen. En la investigación participan expertos del Instituto Virológico y del Departamento de Biología de la Universidad Friedrich-Alexander Erlangen-Nuremberg. Los científicos proponen que en un futuro los pacientes reciban linfocitos B después del trasplante de células madre. Este tipo de células pertenecen al grupo de las células blancas y son capaces de producir anticuerpos de gran importancia para el sistema inmunológico.
El equipo de investigación logró diferenciar a los linfocitos B, tanto en tubos de ensayo como en experimentos realizados con ratones. Los científicos desarrollaron una técnica para purificar las células inmunológicas de la sangre del donante y así poderlas transferir a los pacientes después del trasplante de médula ósea.
En el estudio realizado, esta transferencia se efectuaría entre tres y cuatro meses después del trasplante de células madre. “Es el momento en que, por lo general, los pacientes todavía no han desarrollado un nuevo sistema inmunológico y están en riesgo de infección. Hemos comprobado que los pacientes que se encuentran en esta fase no tienen células de la memoria en la sangre”.
Estas células son las responsables de la memoria inmunológica del cuerpo y son, en cierto sentido, el almacén que contiene la información necesaria para la creación de los anticuerpos que nos protegen de las enfermedades. Estas son las células que el grupo de investigadores propone trasplantar a los receptores para que el cuerpo no tenga que aprender las respuestas inmunológicas de nuevo. Después del tratamiento con células madre, los pacientes de leucemia han recibido el mismo sistema inmunológico que su donante.
Así pues, si el donante está vacunado contra la fiebre tifoidea, el receptor también lo estará. “Por supuesto, queremos saber exactamente qué sucede durante el proceso. Queremos que los pacientes se vacunen contra las enfermedades convencionales y así comprobar si reaccionan a ellas. Sabemos que, por lo general, los pacientes que no tienen estas células no sufren ninguna alteración. Lo comprobamos realizando pruebas en grupo.”
Cuando el cuerpo se desequilibra
Durante el trasplante existe el riesgo de que las células inmunológicas no creen únicamente anticuerpos contra algunas bacterias o virus, sino que también lo hagan contra los autoanticuerpos o los aloanticuerpos. Este hecho podría provocar alteraciones en la respuesta inmune, admite Mackensen en relación a las reacciones exageradas del sistema inmunológico. “Por eso, en este primer estudio decidimos empezar con pocas células de este tipo”.
Estas células no provocarían de forma directa una reacción inmunológica que pueda dañar los tejidos sanos. Este sería, de hecho, el mayor riesgo. En este caso, hay un anticuerpo capaz de frenar a los linfocitos B que hayan sido trasplantados al paciente.
“Si algo se sale de control, existe la posibilidad de darle estos anticuerpos que eliminarían las células de forma inmediata. Se puede garantizar cierta seguridad“, según Mackensen.
Primer éxito
Los científicos de Erlangen se encuentran en la primera fase de la investigación, en la que se contempla tanto la seguridad como la viabilidad del estudio. Hasta ahora, 15 pacientes ya han participado en él. El primero de ellos tiene 21 años, es del norte de Baviera y se sometió a un trasplante en marzo.
“Se encuentra estupendamente. Ya está en su casa y goza de buena salud. Viene regularmente con la ambulancia para pasar los controles médicos. Lo está tolerado muy bien”, se alegra Mackensen. Al fin y al cabo, se trata de un éxito a nivel mundial: es el primer joven que recibe un trasplante de células inmunitarias.
(Fuente: Deutsche Welle )