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Dos satélites de navegación europeos fueron puestos en la órbita falsa. Pero esto no significa que estén perdidos, dice el jefe de operaciones del Centro Europeo de Operaciones Espaciales, Paolo Ferri.
Deutsche Welle: El cohete espacial “Soyuz” tenía como misión poner los dos satélites Galileo Sat-5 y Sat-6 en una órbita a 23.000 kilómetros de altura. Sin embargo, los satélites quedaron ubicados solo a 17.000 kilómetros. ¿Para el Centro Europeo de Operaciones Espaciales (ESOC) es esta falla un problema insólito?
Paolo Ferri: Yo no diría “insólito”. Por lo general, cuando los cohetes ponen los satélites en órbita, lo hacen con algunas imprecisiones. Por eso casi todos los satélites tienen a bordo un sistema que permite corregir la órbita. Es verdad que en este caso la diferencia es considerable. Pero estas cosas pasan, y nos acaban de pasar a nosotros. En estos casos tratamos de aprovechar las posibilidades que tenemos a bordo del satélite.
¿Será suficiente el combustible de los satélites Galileo para esta corrección de curso, de más de 6.000 kilómetros de altura?
Podemos descartar que el combustible a bordo baste para alcanzar la órbita correcta. Pero intentamos encontrar la solución más razonable. Además de la altura de una órbita hay otros parámetros incorrectos: por ejemplo la inclinación de los satélites o la forma elíptica de la órbita. Hay infinitas posibilidades de modificar estos parámetros. Pero es claro para nosotros que la órbita planeada originalmente no va a ser alcanzada.
¿Para alcanzar una mayor altura, el satélite necesitaría más energía de la que tiene a su disposición?
Sí. Si por ejemplo comparamos dos satélites en órbitas circulares, el satélite con la órbita más alta tiene más energía cinética y potencial. Para balancear la actual diferencia de altura, las reservas de combustible simplemente no son suficientes.
¿Qué experiencias ha tenido usted con otros satélites que también hayan terminado en la órbita incorrecta?
Puedo mencionar al menos tres casos en que satélites fueron puestos por un cohete en la órbita falsa, y en los que usamos los mecanismos con que contábamos a bordo del satélite para corregir su órbita. En dos casos logramos alcanzar la órbita planeada originalmente. Pero necesitamos mucho tiempo, meses, para llegar finalmente a esa órbita.
El tercer caso, ocurrido en los años ochenta, es el del satélite astrométrico “Hipparcos”. Éste fue puesto por cohetes en la posición correcta. Pero los equipos a bordo, que deberían haber transformado la órbita elíptica en una circular, no funcionaron. Así que el satélite permaneció en la órbita original, y tuvimos que redefinir toda la misión con base en la nueva órbita. Sin embargo, al final la misión fue muy exitosa.
En este caso se trata de satélites para el sistema de navegación Galileo. Cuando uno observa animaciones de satélites de navegación que circundan la Tierra, todo se ve muy sincronizado, sin el menor contratiempo: los satélites flotan simétricamente y a la misma altura. ¿Corresponde esta imagen con la realidad?
No. En el caso de Galileo tenemos dos tipos de satélites: cuatro se encontraban ya en órbita, los dos nuevos se les deberían haber unido. Se trata de satélites muy distintos. Cuando un equipo envejece, lanzamos nuevos satélites al espacio para reemplazan a los viejos. En estos casos, las órbitas también cambian. Uno escoge la órbita que mejor se adecúe a los nuevos satélites. Pero por supuesto, debe haber una cierta proporción entre las distancias entre los satélites, y esa proporción es planeada de antemano.
A fin de cuentas, los dispositivos de navegación en la Tierra deben poder interpretar correctamente las señales de los satélites. Cuando una órbita cambia, ¿es posible sin embargo adaptar las señales de los satélites para que los dispositivos en la superficie funcionen correctamente?
En principio, es posible, pero todo depende de la orbitas finales. No todas las órbitas funcionan. Eso es lo que nuestros expertos examinan en estos momentos. Hay un margen específico para la señal, que debe ser alcanzado si el dispositivo receptor ha de funcionar bien. Se trata de un análisis complicado y en estos momentos no puedo decir si será posible encontrar la solución correcta.
Pero existe la esperanza de que los expertos en navegación puedan lograr que los dos nuevos satélites sean aprovechables…
Ese es el objetivo de los análisis actuales. Sabemos que no podremos alcanzar la órbita original, pero hay soluciones: se puede redefinir la misión de estos satélites, de forma que sean aprovechables en una órbita diferente.
Paolo Ferri dirige la Agencia Espacial Europea (ESA) en el Centro Europeo de Operaciones Espaciales (ESOC) en Darmstadt, Alemania.
(Fuente: Fabian Schmidt/Deutsche Welle )