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Rusia mantiene sobre ascuas a la OTAN con un creciente número de maniobras aéreas. Esos vuelos no son ilegales ni ponen en peligro a la aviación civil. Pero tanto Moscú como la Alianza Atlántica quieren demostrar fuerza.
El cuartel central de la OTAN en Bélgica exageró a todas luces un tanto en su comunicado sobre las maniobras aéreas rusas en el Báltico, el Mar Negro y el Atlántico Norte. El portavoz del cuartel general de la alianza en Europa, Jay Janzen, indicó que dichas maniobras habían supuesto un posible peligro para la aviación civil, porque las naves habían desconectado sus transpondedores y no habían establecido contacto para identificarse. El organismo encargado de vigilar la seguridad aérea civil en Alemania refutó esa afirmación, indicando que los vuelos rusos habían sido “plenamente legales”. De acuerdo con las reglas internacionales, los aviones militares que vuelan en el espacio aéreo internacional no tienen que dar a conocer sus rutas ni están obligados a conectar sus transpondedores para posibilitar su identificación.
Espacio aéreo no fue violado
Un portavoz de la agencia Eurocontrol confirmó a DW que las naves rusas no habían “desaparecido” de los radares, como se indicó en algunas informaciones. Los aviones eran visibles, pero no identificables. Tampoco se podía determinar con precisión su altura de vuelo. No obstante, Heinrich Großbongardt, experto en seguridad aérea, dijo a DW que las autoridades de la aviación civil habrían tenido tiempo suficiente para alterar en caso necesario la ruta de naves cuya trayectoria se hubiera podido cruzar con la de los aviones rusos.
La propia OTAN subrayó en su comunicado que los aparatos rusos no violaron el espacio aéreo de ningún país miembro, sino que operaron siempre en el espacio aéreo internacional. El hecho de que jets de la OTAN hayan alzado vuelo para escoltar a las naves e identificarlas fue calificado como un “procedimiento estándar” que se aplica cuando naves desconocidas se acercan al ámbito de la alianza.
¿A qué obedece entonces el revuelo? El nuevo secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, dijo el jueves en Atenas que es poco común la creciente cantidad de vuelos rusos en las inmediaciones del espacio aéreo de la alianza. Desde comienzos de año se registran aproximadamente 100. “Hemos observado crecientes actividades aéreas rusas, pero la OTAN se mantiene atenta y está dispuesta a responder”, afirmó Stoltenberg.
Demostración de fuerza
Como reacción a la anexión rusa de Crimea, la OTAN incrementó su presencia en sus fronteras orientales, estacionando aviones adicionales en el Báltico y en Polonia. Un militar de la alianza que quiso permanecer en el anonimato dijo que la aviación rusa mantiene a la OTAN “al trote” con sus operaciones. No lo considera algo negativo, ya que de este modo se puede entrenar mejor que en cualquier maniobra. A su juicio, no existe peligro de una confrontación y los rusos solo quieren demostrar su poderío. Así lo ve también el encargado de asuntos rusos del gobierno alemán, Gernot Erler. “Es una demostración de fuerza”, dijo hace poco a una emisora alemana, subrayando que, “sin embargo, está dentro de los márgenes permitidos internacionalmente”.
Stoltenberg rechazó comparaciones con la Guerra Fría pero señaló que la actitud rusa “ha minado la confianza” en buena medida.
En Moscú, un asesor militar intentó bajarle el perfil al asunto, presentándolo como una reacción lógica. “Antes, nuestros aviones no volaban. Ahora lo hacen”, señaló a la agencia afp Igor Korochenko, miembro del comité asesor del Ministerio de Defensa. “Retornamos a la práctica militar de un país que reflexiona sobre su seguridad… La aviación entrena y realiza vuelos de reconocimiento para que podamos entender lo que se proponen nuestros colegas de la OTAN”, afirmó.
(Fuente: Deutsche Welle )