En el Perú hubo más de 600.000 afectados este año. (Foto: EFE)

En el Perú hubo más de 600.000 afectados este año. (Foto: EFE)

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Los recientes desastres naturales en Colombia y el Perú han dejado lecciones sobre la urgencia de entender los riesgos que se afrontan y sobre utilizar mejor los escasos recursos disponibles para prevenir la muerte y destrucción, dijo hoy a Efe el responsable de este área en la ONU, Robert Glasser.

De las colosales inundaciones en el Perú y avalanchas en Colombia, que dejaron cientos de muertos, y de tantas otras catástrofes naturales, se hablará en la conferencia internacional para la reducción del riesgo de desastres los próximos días 24 y 25 en Cancún (México).

Un fenómeno atípico al que se denominó el Niño Costero, dejó más de 600.000 afectados en el Perú, país que la Agencia de Naciones Unidas especializada en la Reducción de Riesgos de Desastres (UNISDR por sus siglas en inglés) considera uno de los pocos destacados por su preparación para El Niño habitual.

No obstante, en esta ocasión ha resultado insuficiente.

“La lección es que no basta entender la historia de los riesgos. Ahora hay que comprender cómo están cambiando y, en este caso concreto, cuál es el impacto del cambio climático en los Fenómenos de El Niño o de La Niña, que muchos científicos creen que será aumentar su frecuencia y su fuerza”, indicó Glasser.


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La deforestación fue el principal causante de las avalanchas en Colombia y ha salido a la luz que medio centenar de municipios de este país corren actualmente el riesgo de sufrir desastres similares, una situación para la cual “no hay solución fácil”, reconoció el alto funcionario.

Sin embargo, la clave “está nuevamente en entender el riesgo y cómo cambia, en evaluar dónde ocurrirá el desastre, cuáles son los lugares más expuestos y, una vez que lo sabemos, empezar a trabajar lo mejor posible con los recursos con los que se cuente”.

“La cuestión de la prevención de riesgos es algo muy práctico, si no se hace la gente simplemente muere y el dinero se tira por la ventana”, enfatizó Glasser.

Más de 5.000 delegados, incluidos jefes de Estado y de Gobierno, ministros, directores y expertos, tendrán la oportunidad de discutir en Cancún sobre como reducir las pérdidas económicas y los daños a infraestructuras básicas, el número de personas afectadas y la mortalidad por desastres.

Entre los más interesados por ver avances concretos están los territorios insulares, amenazados de manera más inmediata y grave por el cambio climático y la subida del nivel del mar que está provocando, ya que en ese caso un solo desastre puede costarles el PIB de todo un año.


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Haití es otro ejemplo de país donde terremotos y huracanes han empobrecido todavía más a la población, mientras que en Filipinas el coste anual de los desastres equivale al 65 % de su gasto social anual, recordó el jefe de UNISDR.

La importancia de esta problemática hace pensar a Glasser que la Administración del presidente de EE.UU., Donald Trump, no descuidará la prevención de desastres, “porque la agenda es tan práctica que pienso que republicanos y demócratas apoyarán este trabajo”, más allá del escepticismo del mandatario frente al cambio climático.

Para el representante de la ONU, no cabe ninguna duda de que reducir los desastres naturales pasa por reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

“Si el cambio climático explota sin que intentemos detenerlo, tendremos más sequías, inundaciones, más huracanes, no hay duda de esto”, enfatizó.

Los dirigentes políticos tendrán la oportunidad en Cancún de confirmar sus compromisos con la reducción de riesgos de desastres y lanzar un sistema que permitirá, a través de indicadores precisos, medir y supervisar los esfuerzos de cada país en este ámbito y calificarlos.

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“Si lo medimos de manera transparente y todos pueden ver lo que sucede, entonces se convierte en un instrumento políticamente poderoso para cambiar comportamientos”, recalcó Glasser sobre la importancia de contar con esos indicadores.

El responsable de UNISDR reconoce que la prevención es un enfoque difícil de asumir a largo plazo, pero en el caso de los desastres no hay alternativa si no se quiere seguir arrojando cada año a la pobreza a más de 24 millones de personas o que la economía mundial pierda anualmente más de 500.000 millones de dólares.

Fuente: EFE