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El cambio climático trae consigo variaciones en las condiciones ambientales que están influyendo en la contaminación de, entre otros, alimentos de alto valor como los obtenidos de la pesca y la ganadería.
Distintos expertos reunidos en la primera conferencia internacional sobre inocuidad alimentaria, que hoy termina en Adís Abeba, resaltaron algunos de esos casos para explicar el potencial impacto del cambio climático en la salud de las personas por lo que comen.
La subida de las temperaturas está relacionada con mayores casos de enfermedades como la salmonelosis, una de las causas más comunes de diarrea, y junto a una mayor humedad puede aumentar la contaminación de maíz con hongos que producen sustancias cancerígenas.
Ademas, las intensas lluvias e inundaciones pueden contribuir a la transmisión de patógenos y químicos a los alimentos.
“Lo que se observa cada vez más frecuentemente son cambios en los sistemas acuáticos”, con más proliferación de algas tóxicas y mayor riesgo de contaminación de moluscos y otros productos pesqueros, sostuvo a Efe Cristina Tirado, experta del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC).
Se estima que los océanos absorben un 90 % del exceso del calentamiento global y están sufriendo un incremento tanto de la temperatura como de la acidificación, con el consiguiente impacto en los ecosistemas.
Tirado también está estudiando cómo el calentamiento del océano eleva la velocidad de transformación del mercurio en su forma más tóxica, que se acumula en el pescado y supone un peligro para la salud humana.
“Se estima que en 2050 la combinación de los niveles de mercurio absorbidos por el océano y el aumento de la temperatura podría incrementar los niveles de mercurio acumulados en productos pesqueros, de manera que podría limitar el consumo de pescado en algunas zonas de Estados Unidos y otros países”, afirmó la académica, que echa en falta datos sobre el impacto del cambio climático en la acumulación de metales pesados y contaminantes químicos.
En las costas chilenas, los cambios ambientales se traducirán en más infecciones parasitarias en la producción pesquera y acuícola que requerirán más tratamientos, cuyos residuos habrá que controlar, subrayó José Miguel Burgos, investigador de la Universidad de Chile.
Añadió que las conchas de los moluscos también se verán afectadas por cambios en su composición mineral ante la previsión de más lluvias y vientos capaces de arrastrar materia orgánica y otros elementos.
Burgos llamó a avanzar más en el desarrollo de vacunas para la acuicultura, sector de rápido crecimiento frente a la capacidad limitada de la pesca.
Otros productos con buena acogida en el mercado son la carne y los lácteos, que deben obtenerse mediante “la intensificación sostenible de la ganadería”, afirmó el técnico del Gobierno canadiense Tim McAllister.
A su juicio, resulta primordial que los patógenos no entren en esos sistemas productivos mediante medidas como reforzar la salud de los animales manteniéndolos en buenas condiciones, evitar la resistencia a los antibióticos y reciclar la basura generada.
Según la representante de la compañía austriaca ERBER Eva Maria Binder, hace falta “producir más con menos insumos” con el fin de reducir la huella ecológica de la ganadería, que representa un 15 % de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Recomendó el uso de piensos alternativos acordes con las necesidades nutricionales del ganado y la producción intensiva de insectos como fuente de proteína animal y humana, si bien existen aún “desafíos de regulación, eficacia, seguridad y etiquetado”.
La agricultura tampoco se salva de las amenazas del cambio climático, mientras se buscan fórmulas para que contamine menos.
El director general de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), José Graziano da Silva, explicó en declaraciones a medios durante la conferencia que se deberán introducir nuevas tecnologías para mejorar el uso del agua y aprender a convivir con la sequía en distintos lugares, así como sustituir cultivos por otros más adaptables a las condiciones cambiantes.
Por si no fuera poco, estudios científicos recientes indican que la mayor presencia de dióxido de carbono en el aire están disminuyendo los niveles de nutrientes como el zinc, el hierro o el calcio en cultivos básicos como el trigo, la patata o el arroz.
(Fuente: EFE)
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