(Video: Deutsche Welle)

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La conferencia internacional para la reconstrucción de la Franja de Gaza, destruida por la guerra, recolectó más de 5.000 millones de dólares. Una suma notable, que superó incluso los cálculos de la Autoridad Nacional Palestina.

El pequeño emirato de Catar, políticamente activo en la región, ofreció más de 1.000 millones de dólares para mitigar la miseria en Gaza. También Alemania aportará 50 millones de euros adicionales para medidas de ayuda inmediata.

Esta disposición de los países árabes y la comunidad internacional a brindar donaciones y ayuda resulta encomiable; es importante y muy necesaria, para posibilitar una rápida asistencia a los más de 100.000 palestinos que perdieron sus hogares en la guerra. También es urgentemente necesaria para asegurar el abastecimiento básico de agua y energía de 1.700.000 personas.

Pero, desgraciadamente, esto no quita que siga sin vislumbrarse una solución política para este conflicto asimétrico.

Terminar con el bloqueo

La clave de una solución política duradera, con cuya ayuda pueda producirse un cambio sustancial de la situación, está en manos de Israel y Egipto, porque ambos países controlan las fronteras de la empobrecida franja costera. El levantamiento del doble bloqueo y la autorización del libre tránsito de personas y mercancías –-obviamente bajo control internacional— sería el primer paso en un largo camino hacia la construcción de una economía que funcione en la Franja de Gaza.

A fines de mes, representantes israelíes y palestinos negociarán, con la mediación egipcia, sobre cómo han de seguir las cosas políticamente. Los actores internacionales deben presionar a las partes en conflicto. Por el lado palestino, el gobierno de unidad debe asumir la responsabilidad plena de todo el proceso de reconstrucción. Y debe imponer ante Hamás —política y, de ser necesario, también militarmente— su prerrogativa de ser el único representante palestino. Por otra parte, se debería presionar al régimen de Sisi en Egipto para que no siga demonizando y aislando a Hamás, impulsando con ello a parte de sus seguidores a sumarse al bando de los bárbaros yihadistas del EI. Hasta la fecha, pese a su dudosa ideología, la nacionalista Hamás ha resultado ser un bastión contra los yihadistas que operan a escala internacional, aunque el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, diga lo contrario.

¿Última oportunidad?

Finalmente, Occidente debería inducir a Israel a asumir un compromiso: como potencia fáctica de ocupación, al país le corresponde de acuerdo con el derecho internacional la principal responsabilidad por el bienestar de la población civil de la Franja de Gaza. Más importante aún: los actores occidentales deberían hacer todo lo posible porque vuelva a crearse una vía de comunicación entre Gaza, la Cisjordania y Jerusalén oriental. Quizás en el marco de un nuevo acuerdo vigilado internacionalmente que tenga en cuenta las necesidades de seguridad israelíes y apunte a la desmilitarización de Gaza, sin separar unos territorios palestinos de otros. Se trata de aprovechar la que probablemente sea la última oportunidad de llevar a la práctica la solución de los dos Estados y acabar por fin con el círculo vicioso de la violencia.

(Fuente: Deutsche Welle )