Un guardia verifica la temperatura de una mujer que usa una máscara como medida preventiva tras el brote de coronavirus. (AFP)

Un guardia verifica la temperatura de una mujer que usa una máscara como medida preventiva tras el brote de coronavirus. (AFP)

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¿El coronavirus salvará la vida a los pangolines? El anuncio de China el lunes que prohibirá “completamente” el comercio y el consumo de animales salvajes es una buena noticia para los defensores de los animales, pero tendrá que confirmarse a largo plazo.

Se cree que el comercio y consumo de estos animales podría estar en el origen de la epidemia de coronavirus aparecida en diciembre en el centro del país y que amenaza al mundo con una “pandemia”, según la OMS.

Pero la medida todavía tiene que ser incluida definitivamente en una ley, en un país donde también se consumen serpientes o murciélagos.

“Aplaudimos está prohibición, que demuestra que el gobierno chino está decidido a cambiar una tradición milenaria, totalmente inapropiada en la sociedad actual”, dijo Jeff He, director para China del Fondo Internacional para la Protección de los Animales (Ifaw), que asegura que una “revisión todavía más estricta está en preparación”.

“Creo que el gobierno entendió que el coste para la economía y la sociedad es mucho más alto que las ventajas” de este comercio, añadió.

Según He, “poner fin al comercio de animales salvajes tiene que ser un esfuerzo conjunto de la comunidad internacional”.

“Todo esto es muy necesario y razonable, la única cuestión es saber qué pasará a largo plazo”, asegura por su parte Peter Knights, director de la oenegé internacional WildAid, que lucha contra el tráfico de animales salvajes.

“Está claro que hay algo mucho más importante en juego, la salud humana y los daños económicos masivos”, apunta el experto, por lo que una prohibición en China podría cambiar el rumbo global en esta cuestión.

“Esperemos que China abra el camino a una prohibición mundial de estos mercados y use su influencia y sus capacidades” para contribuir a ello, afirma Knights, sobre todo en el sureste de Asia y en África, donde el consumo de animales salvajes es frecuente.

El pangolín es un pequeño mamífero del que se come la carne y cuyas escamas se usan en la medicina tradicional china.

Este animal, bajo amenaza de extinción, es muy apreciado en Asia, donde se vende ilegalmente, y según algunos científicos podrías haber sido el vector que permitió la transmisión del coronavirus al hombre.

El comercio de pangolines está totalmente prohibido desde 2016 por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites).

Ivonne Higuero, secretaria general de este organismo, está satisfecha con el anuncio pero solo “si significa que China tomará medidas más estrictas para poder respetar sus obligaciones” con la convención.

El tráfico de animales salvajes representa unos 15.000 millones de dólares anuales en el mundo, según cifras de la oenegé WWF, que se congratula de la medida china aunque asegura que “las prohibiciones por sí solas no detendrán el tráfico si persiste la demanda”.

En África, una de las mayores reservas de biodiversidad del planeta y desde donde se trafica con muchos animales salvajes, los ecologistas siguen de cerca las medidas de China.

Andrew Muir, responsable de la oenegé sudafricana Wilderness Foundation Africa, cree que la decisión del gobierno chino supone “un paso positivo frente a la pérdida de biodiversidad y al número de especies que desaparecen”.

Por eso espera que esto “permita que las especies salvajes sigan tranquilas en la naturaleza, formen parte del ecosistema”.

“Si no nos comemos los animales salvajes, no nos harán daño”, asegura.

Fuente: AFP