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Este fin de semana, EE.UU. volvió a lanzar ataques aéreos contra posiciones del Estado Islámico (EI) en Siria e Irak. No obstante, hasta la fecha la lucha contra los extremistas no ha sido muy exitosa.
Esto se debe, por un lado, a la táctica militar del EI y, por otro, a problemas políticos. Tanto en Siria como en Irak, los yihadistas usan tácticas de guerrilla. Los combatientes se dividen en grupos pequeños, que son difíciles de atacar desde el aire. Cuando se logra bombardear una unidad, solo muere un número reducido de terroristas. Asimismo, aumenta el peligro de matar a civiles.
Guerras subsidiarias
Desde hace tiempo Siria e Irak se han convertido en escenarios donde se libran guerras subsidiarias. En ambos países se enfrentan las potencias regionales chiítas y sunitas, Irán y Arabia Saudita, respectivamente. Irán apuesta por sus propias tropas, pero sobre todo por Hizbolá. Arabia Saudita y otros países del Golfo, en cambio, proveen de armas a aquellos grupos que luchan tanto contra el EI como contra el régimen del presidente de Siria, Bashar Al Assad. De ahí que el frente esté altamente fragmentado, y las victorias y derrotas no duren mucho.
“El régimen sirio está destruyendo el país que pretende proteger”, se lee en un artículo de opinión en la página web de Al Jazeera. “Los grupos opositores o son los aliados desafortunados de quienes imponen su agenda regional o de aquellos que impulsan un extremismo desenfrenado”. Los intereses de la población siria juegan un papel irrelevante.
Sunitas temen que Teherán amplíe su influencia
Según el periódico Al Hayat, cuyo dueño es saudita, Irán quiere ampliar su influencia en la región, sobre todo en cuatro países: Líbano, Yemen, Irak y Siria. La presencia del Estado Islámico en Siria e Irak le viene bien a Teherán, puesto que así puede presentarse como la única potencia regional capaz de hacer frente a los yihadistas, señala el periódico. Teherán quiere dar a entender a EE.UU. que la lucha contra el EI es su prioridad y que, por ende, Washington no se tiene que preocupar por la presencia iraní en la región, añade.
En Irak, el Ejército se ha aliado con milicias chiítas para poder expulsar al EI de la ciudad de Ramadi. No obstante, las milicias son conocidas por su firmeza ideológica, así como por su brutalidad contra civiles (sunitas). La organización de derechos humanos Amnistía Internacional ha criticado reiteradas veces el proceder de las milicias chiítas, lo que las convierte en un aliado de dudosa reputación, escribe el periódico Al Arabi Al Jadeed.
“Pese a que su apoyo es indispensable en la provincia de Anbar, estas milicias que son apoyadas por Irán han sido culpadas de numerosas crueldades, sobre todo contra los sunitas”. Por ello, el periódico propone que las tropas árabes de varios países se alíen para combatir al EI, siguiendo el ejemplo de la operación “tormenta decisiva” en Yemen. Como sea, la lucha contra los yihadistas será larga.
Fuente: Deutsche Welle
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