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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el liderazgo demócrata del Congreso se unieron esta semana en un matrimonio de conveniencia que permite al mandatario presumir de su arte para negociar y ofrece a los demócratas la posibilidad de ganar influencia política.
La unión ha sido descrita como “un rayo de esperanza” por el líder de la minoría en el Senado de EEUU, Chuck Schumer, el demócrata con mayor poder en Washington.
Schumer y la líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, llegaron a un acuerdo con Trump para subir el techo de deuda hasta diciembre y garantizar la aprobación de un paquete de asistencia de US$ 15.250 millones para las víctimas del huracán Harvey.
En la práctica, el acuerdo evitó un fatídico cierre de Gobierno como el de 2013 y previno la pérdida de miles de dólares, así como el posible deterioro de la calificación crediticia de Estados Unidos.
“Trump quiere victorias políticas. Debido a sus débiles índices de aprobación, necesita mostrar que está haciendo algo. Al hacer un trato con el liderazgo demócrata, puede reclamar crédito sobre ese acuerdo”, argumentó en unas declaraciones a Efe Anthony Corrado, profesor de Política del Colby College de Maine.
Lo cierto es que los índices de aprobación de Trump, autor del libro El arte de la negociación, han caído diez puntos desde que tomó posesión el 20 de enero y actualmente se sitúan en un 36 %, según el último sondeo de la consultora Gallup.
Sin embargo, Trump no solo quería mostrar su capacidad para hacer los “mejores tratos de la historia”, como prometió durante la campaña presidencial.
También quería presionar a los líderes republicanos del Congreso, con los que mantiene una tensa relación por sus constantes derrotas legislativas.
TRUMP VS REPUBLICANOS
En concreto, el fracaso para tumbar y sustituir la ley de salud conocida como Obamacare, una de las principales promesas de campaña del mandatario, es lo que ha empeorado considerablemente las relaciones entre Trump y el líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell.
Por otro lado, el gobernante no perdona que el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, renegara de él durante la campaña.
Al respecto, el profesor de Política de la Universidad de Iowa, Steffen Schmidt, cree que Trump está presionando a los líderes de su propio partido para arrancarles “concesiones” y lograr que el Congreso apruebe algunas de sus prioridades, como la reforma fiscal.
“Trump es un ser maquiavélico y muy inteligente. Ha puesto a los demócratas contra los republicanos con la esperanza de conseguir algún éxito legislativo, que luego podrá atribuir a su propio liderazgo”, analizó Schmidt en declaraciones a Efe.
Facilita el acuerdo que Donald Trump carece de límites ideológicos y, por tanto, no le importa cambiar de idea o de bando si el negocio es bueno.
También ayuda que, aunque han intercambiado constantes ataques, Trump y Schumer tienen unos orígenes similares: sus familias hicieron negocios inmobiliarios en el barrio neoyorquino de Brooklyn y los dos nacieron en Nueva York, por lo que son “bastante directos” y se entienden al hablar, según ha reconocido el propio Schumer.
Aún es muy pronto para considerar las consecuencias de este matrimonio de conveniencia, pero para el liderazgo demócrata, sin duda, ha sido una gran victoria.
DEMÓCRATAS RENACEN
Los demócratas habían tenido dificultades para recuperarse de la derrota electoral de noviembre y articular un mensaje efectivo contra Trump.
Durante meses, se dedicaron a recaudar fondos y a arremeter contra el mandatario desde ruedas de prensa y comunicados, pero sin una estrategia definida.
Ahora, han pasado de ocupar un lugar marginal en la escena política a protagonizarla, lo que les abre la posibilidad de aprobar algunas de sus iniciativas en el Congreso.
Uno de los proyectos que los demócratas quieren aprobar este mismo mes es una ley para regularizar la situación de 800.000 jóvenes indocumentados, conocidos como “soñadores” (dreamers) y que habían logrado frenar su deportación gracias a un plan migratorio conocido como DACA.
Ese programa, proclamado en 2012 por el entonces presidente Barack Obama, fue suspendido esta semana por Trump, quien a su vez dio al Congreso seis meses para aprobar una ley migratoria.
No obstante, la predilección de Trump por el caos hace difícil predecir si cambiará de opinión con DACA o si decidirá articular una sólida relación con los demócratas.
El liderazgo demócrata, por su parte, tiene la oportunidad de obtener grandes beneficios, pues, a pesar de encontrarse en minoría en las dos cámaras, puede aumentar su poder en el Congreso si Trump decide trabajar con ellos.
Y si no, siempre pueden echarle la culpa al mandatario por boicotear el proceso democrático y dar la espalda al pueblo estadounidense.
(Fuente: EFE / Beatriz Pascual Macías)
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