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Los representantes de la Teología de la Liberación, la corriente progresista de la iglesia latinoamericana reñida con el Vaticano, están conformes con la renuncia del papa Benedicto XVI y expresaron su esperanza de que Roma se comprometa más con los pobres y tenga mayor apertura.
“Esperamos que otro papa cree una atmósfera más abierta, que los cristianos puedan dialogar con la cultura moderna sin las tantas sospechas y críticas”, destacó el teólogo brasileño Leonardo Boff, otrora alumno de Joseph Ratzinger, en Telesur. Añadió que Benedicto XVI es una figura “muy controvertida y compleja”.
El estilo con que el Papa ha manejado la iglesia en los últimos seis años, que el teólogo brasileño definió como “burocrático” y “duro”, “ha hecho que muchos no sientan más a la Iglesia como un hogar espiritual”.
En tanto, la comunidad jesuita de El Salvador, adscrita desde hace décadas a la teología de la liberación, elogió la renuncia del papa como un “acto de responsabilidad”, aunque le reprochó el no haber impulsado durante su pontificado la beatificación del arzobispo salvadoreño Oscar Romero, emblemático defensor de los pobres y oprimidos.
José María Tojeira, director pastoral en la jesuita Universidad Centroamericano (UCA) de San Salvador, lamentó “la deuda” que deja Benedicto XVI con la comunidad católica salvadoreña. Expresó su esperanza de que el nuevo papa continúe el proceso y que “en tres o cuatro años podamos tener beatificado a monseñor Romero”.
La Teología de la Liberación surgió en América Latina después del Concilio Vaticano II (1962-1965) e impulsó la “opción preferencial por los pobres”, que debía comprometerse con su emancipación social y política.