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Obligado por una ralentización cada vez más evidente y apremiado por los malos datos de los últimos indicadores, el banco central de China ha vuelto a oxigenar la segunda economía mundial con una rebaja de los tipos de interés en vigor desde este lunes.
El Banco Popular de China (central) anunció en la tarde de este domingo un nuevo recorte de un cuarto de punto en los tipos de interés de referencia de préstamos y depósitos, que espera que reduzca los costes de financiación y apoye un desarrollo económico sostenible.
“La economía de China todavía se enfrenta a grandes presiones bajistas”, admitió el Banco Popular en un comunicado.
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Y ello ocurre a pesar de que la de este lunes es la tercera reducción de los tipos de interés desde noviembre, que se suma a dos recortes en los coeficientes de caja – el dinero que los bancos no pueden prestar – y a varias inyecciones de liquidez en el sistema bancario.
“A la luz de la reciente ralentización económica y las crecientes presiones desinflacionarias, están garantizadas más políticas expansivas incluyendo recortes de tipos y coeficientes de caja en los próximos meses”, anticipó el codirector de investigación para Asia del banco HSBC Qu Hongbin, en un comentario enviado a Efe.
“No será fácil”, advirtió el primer ministro chino, Li Keqiang, el pasado mes de marzo cuando anunció el objetivo de crecimiento de alrededor de un 7 por ciento para este año.
Ese porcentaje fue el crecimiento que registró la segunda economía del mundo entre enero y marzo de este año, en su desempeño trimestral más pobre de los últimos seis ejercicios.
Un mercado inmobiliario congelado, una actividad industrial a la baja y la anunciada reorientación de una economía basada en la inversión a una basada en el consumo que no acaba de despegar explican, en parte, ese rendimiento.
Incluso el comercio exterior, durante años sinónimo de buenas noticias para China, se hunde: en abril bajó un 10,9 %, con un desplome del 16,1 % interanual de las importaciones y un descenso del 6,2 % de las exportaciones, según los datos publicados el viernes por la Administración General de Aduanas.
El sábado se conoció el dato de inflación de abril, un 1,5 % interanual, lo que supone la mitad de lo previsto por el Gobierno chino para 2015, porque cada nueva estadística que se publica es un golpe para las autoridades, que temen que el ritmo de crecimiento disminuya de forma demasiado acentuada.
Sólo las bolsas, en ascenso casi ininterrumpido desde noviembre, ponen una nota de optimismo, aunque al precio de permanecer ajenas a la realidad de la economía china – caían cuando el gigante asiático era la única gran economía mundial que crecía y, ahora que el país se ralentiza, sus parqués regresan a niveles de antes de la crisis -.
Pekín puso como línea roja el empleo y se marcó como objetivo generar diez millones de nuevos puestos de trabajo urbanos durante este año.
De momento se está cumpliendo, pero en el primer trimestre se crearon en las ciudades chinas menos empleos que en el mismo periodo del año anterior por primera vez desde el inicio de la crisis.
Ante ese escenario, el último movimiento del banco central era muy esperado por los analistas, los mismos que auguran ahora que habrá más medidas similares en un futuro cercano.
“Esperamos ver una continuidad en las políticas de apoyo del crecimiento económico en el futuro, incluyendo estímulos fiscales que podrían tomar forma de aumento del gasto del Gobierno y de rebajas de impuestos”, declaró a Efe el director gerente de la Oficina de Crédito de Asia Pacífico de Moody’s, Michael Taylor.
Sin embargo, el departamento de investigación del banco español BBVA apuesta, en su último informe sobre China, por la implementación en el gigante asiático de un programa de expansión cuantitativa, ante la elevada deuda de las administraciones locales, similar al que inició en marzo el Banco Central Europeo.
La prensa china lleva unas semanas especulando sobre esa posibilidad, aunque los dirigentes del Banco Popular de China ya han negado que se vaya a llegar a ese extremo.
(Fuente: EFE)