Osvaldo Antonio Ramírez. (Foto: cortesía)

Osvaldo Antonio Ramírez. (Foto: cortesía)

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Por: Maritza Luza Castillo
Osvaldo Antonio Ramirez es un novelista y profesor de literatura, que retrata el sometimiento involuntario de un escritor con sueños y planes por cumplir a la represión de los mecanismos del estado.

El cual deja su identidad de lado para asumir otra que respire por él, y haga posible dejar de juzgarse como un funambulista de la vida. “Propuesta para matar a Salinger”, aborda ésta y otras improntas materiales y espirituales que lo ayudan a interpretar la realidad Cubana desde su Alter Ego.

¿Qué significa “Propuesta para matar a Salinger”? El personaje central personifica un cubano que quiere ser escritor y reside de manera ilegal en España, y se ve involucrado en una serie de eventos circunstanciales. Cuéntanos aquello.

El título de la novela es una forma de proponer la eliminación de esta ralea humana que, sin duda, son traidores, algunos se traicionan a sí mismo, como el personaje de la novela, que se percata de que está siendo utilizado y es en él donde fija su atención el ojo del Gran Hermano cuando descubre – o ella le confiesa – que Gedo, la amante, forma parte del aparato represivo. Incluso han intentado reclutar a su propia mujer. Entonces aprovecha la posibilidad que se le presenta de hacer un viaje a España y decide no regresar. Emprende una huida hacia adelante, quizá, sin percatarse, huyendo de sí mismo. Salinger es un seudónimo que él mismo escoge por la cercanía con la literatura. En el aparato de vigilancia cerrada que ha ejercido durante años la policía política cubana se les asignan estos seudónimos – para enmascarar a la persona real –, a los colaboradores, confidentes, informantes, chivatos o como se les quiera llamar.

En España sufre lo que cualquier emigrante, con la diferencia de que está solo, no tiene asidero y decide aferrarse al primero que aparece y se ve sumergido en un mundo de marginalidad al que no pertenece. Pero está dispuesto a sobrevivir cueste lo que cueste porque en su vida no hay marcha atrás.

Con muy buen gusto y mejor tino el lenguaje en la novela posee el lirismo de Julio Cortázar y la cadencia de Antonin Artaud, ¿cómo se te ocurrió dicha combinación suculenta?

Se debe a la esponja subconsciente que va absorbiendo lecturas, se van acumulando en la psiquis y cuando escribes la esponja gotea, es inevitable. Debo ser sincero y decirte que no fue una combinación exprofeso, sencillamente saltó y te doy las gracias por hacérmelo saber, me siento a gusto con ello.

¿Podría decirse que el escritor fue enlistado de manera solapada por el gobierno, y a cambio de los servicios públicos que recibía su familia del estado, había llegado el momento de retribuir los servicios básicos públicos aceptando su propuesta encubierta?

Su reclutamiento es una estrategia del aparato represor para mantenerlo controlado, confundiéndolo para hacerle creer que es uno de ellos y le tienen confianza y también, en alguna medida, es chantajeado. Dices que “a cambio de los servicios que recibía su familia del estado había llegado el momento de retribuirlo”. Esa es la punta de lanza que utilizan para minimizarlo. Recuerda que su reclutador le echa en cara siempre que tiene una oportunidad que pudo hacer una carrera gracias al sacrificio del estado, le toca la parte sensible del hijo con minusvalía. Es un chantaje, una forma de cobrarle, de hacerle sentir que lo debe hacer por una deuda de gratitud.

El gobierno lo recluta y él acepta. Pudo ser por cobardía, por oportunismo o confundido con los ideales para defender la patria que nos han inculcado desde niños.

¿Al asumir el personaje principal la identidad de Salinger que le había dado el gobierno, sufre un enfrentamiento con su personalidad verdadera después de aceptar que es la otra dimensión de sí mismo?

El seudónimo lo selecciona él, como te comenté antes, por su cercanía con el mundo de las letras, por J.D. Salinger, el de “El guardián en el centeno”. A partir de ahí comienza a cuestionarse la decisión de colaborar con el aparato de vigilancia y siente repulsa por Salinger, pero no por el escritor, sino por su Salinger alter ego.

En un momento de la historia el escritor lanza una diatriba al Marxismo, que a la letra: Marx plagió la doctrina cristiana y se apropió hasta del nombre cambiando cristianismo por marxismo; a Satanás por la burguesía; el Paraíso por una sociedad sin clases; la vida entregada a la Fe y los Diez mandamientos por una existencia sacrificada con la esperanza de un futuro mejor; cambió La Biblia por El Capital y a la Iglesia por el Partido. Es una analogía muy bien pensada para la trama, originaria tal vez de alguna convicción política…

Toda esta reflexión del plagio del marxismo al cristianismo es algo en lo que he meditado mucho. Te confieso que entre tantas y disímiles lecturas no sé si es realmente mía o pensé tanto en ella que me hago creer que no me pertenece… no lo sé. La apropiación marxista del cristianismo es evidente, incluyendo la idea del Mesías. Y sí, es una convicción política.

¿Por qué centrar la historia en una coyuntura política que de alguna manera sustrae al escritor contra su voluntad?

La coyuntura política es importante en la novela. Sucede en una etapa de cambios en el mundo, principalmente en el llamado campo socialista: la Unión Soviética se había desmembrado, el socialismo no existe, ha caído el Muro de Berlín; sin embargo y a pesar de la lectura que les llega, el gobierno cubano decide permanecer inamovible, se acrecienta la represión a los opositores y apelan a cualquier recurso. El personaje es un escritor, un hombre capaz de pensar y hacia él dirigen la atención para limitar su capacidad de pensamiento, algo así como “allá afuera lo que ocurre es para peor, es esto lo que tienes que defender”. El personaje de la novela es un ejemplo, pero no un caso aislado, este tipo de trabajo represivo fue en masa.

Fuera de los accidentes políticos partidarios el aspirante a escritor tiene una debilidad incontenible por las mujeres, talón de Aquiles que lo hace trastabillar en sus propósitos de manera continua. ¿Al final mas que escritor no es acaso un seductor?

También es un poco seductor y el aparato represivo lo sabe, es ese su Talón de Aquiles. Gedo, su amante ocasional, entra en el juego sucio y a la que él había despechado en algún momento. Le colocan la vigilancia tan cerca que no la ve hasta que ella misma, en un arranque de sinceridad, se lo confiesa. Gedo se le pega como una lapa no sin cierta dosis de venganza. Hasta intenta reclutarlo porque desconoce que ya lo han hecho y esto devela el mecanismo de compartimentación que existe. Sus afanes de seductor se vuelven contra sí mismo.

El libro mantiene como referencia citas continuas de Joaquín Sabina así como de Mario Vargas Llosa, ¿qué tanto te han influenciado?

Me gusta la música de Sabina, no toda. Prefiero esas canciones que son historias y por momentos te reflejas en ellas. Lo escucho a menudo (eso también lo absorbe la esponja subconsciente). De Vargas Llosa he leído todo, o casi, porque su literatura me llegó tardía – en Cuba estaba prohibido –, forrada con la cubierta de revistas oficiales o el diario Granma, órgano del partido comunista. Acá lo he podido leer a mis anchas. Es uno de mis escritores referenciales. Lo vigilo mucho cuando escribo para que no salte a mi página en blanco, cuando esto ocurre, si me percato, me digo “demasiado vargallosiano”.

¿Cómo quisieras despedirte de tus lectores?

A los que no lo han hecho aún sugerirles que lean la novela, en ella encontrarán una zona de la existencia cubana apenas conocida, los métodos inescrupulosos para controlar el pensamiento, las argucias para enajenar al ser humano, pero encontrarán, además, los tropiezos que genera la emigración, irse a Europa o a cualquier parte del primer mundo no es la manzana dorada, no siempre (casi nunca para no ser absoluto) se consigue el sueño.

A quienes ya lo hicieron agradecerles que me lean, que gasten tiempo de sus vidas adentrándose en una novela que me he inventado y espero que por esto no se sientan defraudados. Para mí es alentador que una historia de ficción sea asumida como una verdad absoluta; me refiero a los personajes no al trasfondo histórico que es real en su totalidad. Decirles, además, que estaré pendiente de no defraudarlos.


Maritza Luza Castillo es una periodista y escritora peruana que ha colaborado con diversos medios y revistas literarias. Sus poemas han aparecido en antologías publicadas en España, Italia, Argentina, República Dominicana y otros.


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