Diego Osorno es autor de libros y documentales sobre el narco y otras problemáticas de México. (Foto: Facebook / Diego Osorno)

Diego Osorno es autor de libros y documentales sobre el narco y otras problemáticas de México. (Foto: Facebook / Diego Osorno)

Síguenos en Facebook



Por Javier Bedía

La narrativa de la frontera entre México y Estados Unidos se cuenta en números antes que en palabras. Cifras de muertos por o de los cárteles, por los ‘coyotes’, por los uniformados, toneladas de drogas incautadas, el largo de un túnel que hermana a los países bajo tierra. Diego Osorno (México, 1980), periodista, escritor y documentalista, vuelve la página hacia lo descartado por la mirada de los medios: la experiencia de la vida, real, de mexicanos cuya epopeya diaria, la de seguir vivos, se escribe en una de las zonas más peligrosas del mundo para oficiar de reportero. El cronista mexicano conversó con La Prensa en la Feria Internacional del Libro de Lima (FIL Lima 2017).

Para el autor de un libro sobre el multimillonario Carlos Slim e impulsor de proyectos como El Barrio Antiguo, un periódico virtual compuesto solo por crónicas, las crisis son de la maquinaria de los grandes medios de comunicaciones y ve en ellas catalizadores para los cambios.

En el Manifiesto del periodismo infrarrealista señalas que, en un sentido errado, se encuentra la tristeza del periodismo en las muertes entre dos carteles. ¿Dónde crees tú que se encuentra? ¿Consideras válido escribir desde ese estado?

Pues desde la conformidad, desde la rutina, desde la normalización de la violencia. La primera vez nos impacta ver en las noticias o en las imágenes a una persona muerta, decapitada, de un puente colgando en una ciudad, pero luego pasa una segunda, tercera, cuarta, quinta, sexta, séptima, octava, novena – tú ya te estás aburriendo de la enumeración – y ahí es donde entra precisamente la normalización, y la gente ya se acostumbra y busca una explicación simple, por más absurda que parezca, de algo que es complejo y le compete a la misma sociedad. Entonces yo creo que ahí es donde está esa tristeza, una tristeza enterrada que la normalización busca hacer sobrellevable.

¿Cómo usar el lenguaje de la violencia, brutal, construido a partir de la barbarie? Darle forma a las voces, tomarlas, seleccionarlas

Justo el manifiesto es un planteamiento, un grito de desesperación un poco por experimentar con el lenguaje para contar esta realidad; porque lo que terminamos dándonos cuenta es que el lenguaje periodístico tradicional es insuficiente para contar tantas cosas que están ocurriendo, y yo estoy en esa búsqueda. Tengo libros corales, al estilo Alexiévich, desde antes de que ganara el Nobel (en 2015), donde todos los personajes van ensamblando una tragedia. Tengo historias sobre cómo un pueblo donde ocurrió una de las mayores masacres de México del siglo XXI, rompió el récord del cóctel de camarones más grande del mundo, es un texto irónico, es una comedia. Tengo textos trágicos, dramáticos…Trato de experimentar porque busco de romper esa normalización de todas esas cosas que están ocurriendo en mi país.

Desde el planteamiento de textos como Un vaquero cruza la frontera en silencio hay voluntad de búsqueda de enfoques, ángulos. ¿En qué punto trazas una división frente a figuras efectistas?

En el caso del vaquero es emblemático, cuento la historia de alguien que no mató a nadie, ni lo mataron, sino que cotidianamente quiere levantar un rancho que está ubicado en una zona donde la violencia ha hecho que todos se vayan. Y él que se tuvo que ir a Estados Unidos por cuestión migración, a buscarse la vida muchos años, está regresando a México y solo quiere construir ese rancho. A mi me parece que poner la mirada sobre esa realidad que yo digo que está debajo de la realidad mediática, es una de las cosas que se pueden hacer hoy para no solo experimentar con el lenguaje, sino también con la realidad, experimentar en el sentido de hacerla real. Cualquiera, si va, ese rancho existe, ese vaquero existe, la frontera existe, las amenazas existen. Pero la mirada del periodista no está entrenada para mirar eso, porque eso la realidad mediática nos dice que no es importante. Entonces el reto es cómo volver importante lo que suele ser insignificante a la mirada, eso es lo que está en mi búsqueda como cronista.

En cuanto a temas como los de medio ambiente, en gran parte de Latinoamérica con poca cabida en medios, ¿cuál es tu opinión o experiencia con el manejo de esta información?

Es interesante porque en Tamaulipas, en la frontera, la región más difícil para hacer periodismo, tengo amigos reporteros policiales que solo pueden escribir de medio ambiente porque no reciben amenazas, pero es una situación trágica. Hice algunas historias ambientales sobre el Grupo México en Moquegua y Tacna, cuando era reportero de un periódico. Es una gran oportunidad narrativa, el capitalismo latinoamericano está arrasando con todas nuestros recursos, y no nos damos cuenta, la historia se queda normalmente en las disputas sociales y en el mundo político. Justamente el próximo año publicaré mi primer libro con un tema relacionado al medio ambiente.