Producción de barriles diarios pasó de 3,2 millones al inicio del chavismo a 2,5 millones en el 2012. (Foto: flickr.com/svip)

Producción de barriles diarios pasó de 3,2 millones al inicio del chavismo a 2,5 millones en el 2012. (Foto: flickr.com/svip)

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El próximo presidente de Venezuela, sea Nicolás Maduro o Henrique Capriles, tendrá grandes retos económicos al margen de la compleja situación política que enfrenta el país tras la muerte de Hugo Chávez. La Agencia Internacional de Energía (AIE) auguró “abrumadores desafíos” para recuperar el sector petrolero y el financiamiento de programas sociales.

“(Chávez) Arquitecto de una política petrolera nacionalista, deja de herencia tensiones económicas crecientes, una compañía petrolera nacional, PDVSA, en dificultades financieras, infraestructuras petroleras que necesitan desesperadamente inversiones (…) y una producción de petróleo futura en parte hipotecada con acreedores chinos”, señala.

El próximo gobernante tendrá que conjugar las urgentes inversiones que necesita la estructura “decadente” de la estatal PDVSA, la “reorganización profunda” del sector que esperan los socios extranjeros y continuar la política social de Chávez, cuyo cuerpo que será embalsamado y llevado al Museo de la Revolución, si quiere mantener “la estabilidad social”.

Desde el inicio del chavismo, en 1998, la producción pasó de unos 3,2 millones de barriles diarios a 2,5 millones de media en 2012, lo que la AIE considera como una “fracción” del potencial del país que se sienta en las mayores reservas de crudo del planeta.

AIE alerta también que la deuda pública, la hiperinflación, el control de capitales, la escasez de bienes de primera necesidad y la alta inseguridad aumentan la inestabilidad. A ello le suma una caída de los precios del petróleo por debajo de los US$110 el barril.

La AIE recuerda también el crédito de unos US$30.000 millones concedido por China a Chávez a cambio de unos 600.000 barriles diarios. Según la agencia, tanto el volumen como la calidad del crudo “varía mes a mes” y el “errático” cumplimiento del contrato preocupa al gigante asiático.