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El escritor argentino Rodrigo Fresán, que acaba de publicar La parte soñada, la segunda entrega de su trilogía narrativa sobre la creación literaria, asegura que “un escritor que no sueña está en serio peligro de extinguirse”.
Considera Fresán que La parte soñada (Literatura Random House) es muy dependiente de su precedente, La parte inventada, hasta el punto de que la segunda podría ser una “durantecuela, que transcurre en simultáneo”.
Aunque su intención inicial era finalizar la idea en la primera novela, decidió convertirla en trilogía al sentirse “muy prisionero de la voz y de los personajes” y, de hecho, La parte soñada la escribió en sincronía con el último, que será La parte recordada”, señaló a Efe.
Según el autor, la idea es que los tres títulos reflejen “las tres maneras de abordar una historia, mediante la invención, a través de lo que se sueña y de lo que se recuerda”.
Para Fresán, “buena parte del libro sucede durante el insomnio y la consiguiente enumeración de cosas”, que pueden ser ovejas, pero “un escritor cuenta muchas más cosas, y el libro está surcado por esa enumeración”.
De hecho, el autor escribió el libro mientras sufrió un episodio grave de insomnio, lo que determina que todo está muy documentado porque lo vivió muy de cerca.
Aunque el protagonista tiene algunos puntos en común con Fresán, no es él, como ya pasaba en “La parte inventada”, advierte.
Parafraseando la estampa de Goya “El sueño de la razón produce monstruos”, Fresán remarca que mientras el pintor lo decía como anunciando un cierto peligro, “en un escritor es necesario producir monstruos, porque un escritor que no sueña está en serio peligro de extinguirse o apagarse”.
Mientras los científicos han llegado a la conclusión de que la realidad como la conocemos no existe, los escritores, apunta Fresán, lo tenían claro mucho antes que la ciencia cuando hablan de “la realidad como algo sobrevalorado”, como decía el propio Nabokov, que atraviesa mucho el libro.
La primera parte de “La parte soñada” funciona como “una especie de tratado de los sueños”, algo que fue un reto pues “lo más difícil de describir y transmitir son los sueños o el sexo, y es fácil convertirlos en una pesadilla”.
Fresán se confiesa contrario a la novela supuestamente realista, por ser “la más irreal de todas” y, en cambio, le parecen más realistas ciertos escritores de vanguardia como Ballard o William Burroughs: “Nunca pensamos de manera ordenadamente realista, hay digresiones, libres asociaciones de ideas”.
Hay también en Fresán una reivindicación de la oscuridad, “ese lugar interesante en el que suceden cosas, ese mismo espacio en el que nos sumimos antes de comenzar a ver una película en el cine, aunque esa experiencia mágica o sacramental del cine se está perdiendo”, lamenta.
En el próximo libro, Fresán anuncia que deberá “solucionar dos o tres incógnitas que se arrastran de los dos primeros de la trilogía”.
Admite que toda su creación literaria puede ser considerada como una sola obra y, de hecho, recuerda, para una nueva edición que aparecerá en octubre de Historia argentina está escribiendo un cuento nuevo, La parte escrita, que enlazará precisamente con estos tres últimos libros.
“Me gusta que todos mis libros sean así, como hace Vila Matas o en cierto momento Roberto Bolaño; y cada uno de mis libros son como una habitación de una casa que no conozco bien y voy encendiendo luces. En esta he despertado a alguien que estaba allí y le he provocado insomnio”, bromea.
En su particular concepción creativa, Fresán, cual doctor Jeckyll y Mr. Hyde, se inventa un personaje, Rodríguez, un español hijo de sevillanos, para escribir las colaboraciones que envía como corresponsal extranjero del diario argentino Página 12.
Y para la ficción se vale de un personaje que tiene elementos suyos, “una experiencia psicótica esquizofrénica” que ya hicieron Proust, Nabokov o Philip Roth.
Fuente: EFE.