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El escritor peruano Renato Cisneros (Lima, 1976), creció en el seno de una familia limeña de clase media donde “el apellido se llevaba como el sello de un abolengo”, algo común en una sociedad donde “la fijación por el abolengo sobrevive como un trauma de la colonia”, según declaró hoy en una entrevista a Efe.

Lejos de contar las nobles obras de sus antepasados políticos, militares y literatos, en Dejarás la tierra, la nueva novela que presentó en la Feria Internacional del Libro de Lima (FIL Lima 2017), Renato Cisneros ha preferido sumergirse en las vísceras y secretos de su historia familiar para, además de exponerlas, “desmitificarlas, humanizarlas, y encontrarse a sí mismo”.

Tal como en La distancia que nos separa (2015), su anterior novela, el autor parte de la historia de su familia para revelar la sociedad de un país en el que aún viven ciertos “traumas de la colonia”, como la “fijación de algunos peruanos de querer aspirar a cierta nobleza o hidalguía mediante los apellidos o de presumir de los antepasados que nos daban abolengo”.

“Me parece que algo funciona mal en una sociedad cuando el apellido de una persona puede darle privilegios, le puede abrir puertas, y el apellido de otros, cerrárselas. La novela también es un discurso contra ese tipo de práctica social que en nuestra sociedad está peligrosamente asentada”, agregó.

En Dejarás la tierra, Renato Cisneros ha buscado “desmitificar” no solo a su familia, sino también los relatos de cada familia que han ido “tapando la herida por proteger a las nuevas generaciones”, aunque sin conseguirlo porque, según el autor, esto “siempre encuentra la manera de trascender generaciones”.

El escritor detalló que sus dos últimos libros parten de una sola unidad literaria: la historia oculta de su familia; pero su editor vio en ella dos libros, uno sobre su padre, relatado en La distancia que nos separa, y otro que terminó de escribir en España y que ahora ha presentando en Lima.

“Había pensado en hacer una saga familiar cuando en La distancia que nos separa investigaba a mi padre, pues me interesaba mucho saber también la relación de mi padre con su padre, de mi abuelo con su padre, me obsesioné con la relojería padre-hijo”, detalló.

Volver a mirar en lo más interno de su clan ha implicado para Cisneros también la posibilidad de reivindicar a “los parientes marginados de los que nunca se quiso hablar, de las miserias, los crímenes no resueltos, bastardos y adulterios”.

Pero también le ha permitido poner luz sobre temas menos tratados, como que el apellido de su bisabuelo no debía ser Cisneros, sino Cartagena.

“Encontré que mi bisabuelo no se apellidaba Cisneros. El jerarca de mi familia fue un sacerdote Cartagena que tuvo siete hijos con una señora que se apellidaba Cisneros, y que nunca firmó”, reveló.

Además, implicó la oportunidad para el autor de reivindicar a las mujeres de su familia que “tuvieron que soportar el prejuicio social, pasar desapercibidas por el bienestar de los hijos”.

“Es curioso, porque yo aprendí a admirar a los hombres de mi familia, de las mujeres casi ni se hablaba. Al comprender y reescribir las historias me he dado cuenta que las mujeres son las verdaderas heroínas de la familia, entonces he escrito este libro para darles a ellas la posibilidad de trascender y ser reconocidas”, comentó.

Más allá de esta exploración personal y literaria alrededor de la identidad y la familia, Renato Cisneros considera que estas se han convertido en los grandes temas contemporáneos y, más específicamente, de la literatura peruana, donde consideró que “hay una vuelta a lo íntimo”.

“Se ha perdido el prejuicio de hablar de los dramas familiares; en la narrativa local peruana hay una urgencia por contar el drama privado, que lejos de ser un boom es algo que está ocurriendo en el plano mundial”, matizó el escritor, quien reside en España.

Fuente: EFE