Mario Capasso. (Foto: Cortesía Mario Capasso)

Mario Capasso. (Foto: Cortesía Mario Capasso)

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Por: Maritza Luza Castillo
Mario Capasso es un narrador de grandes recursos. Nacido en Argentina y con residencia en Villa Martelli. Nos invita descubrir su más reciente novela, La ciudad del humo, la cual desarrolla a lo largo de la trama su sentido crítico e interroga con un fraseo exquisito del idioma la relación entre la ciudad y los hombres a partir de una catástrofe.

El humo como figura literaria arrasa y transgrede nuestras certezas con un registro de eventos que alude al juicio y a la reflexión comparativa. La Prensa fue a su encuento en Buenos Aires.

La ciudad del humo como argumento… ¿podría interpretarse como una metáfora del mundo después de una bomba nuclear o un desastre de dimensiones semejantes?

La interpretación de cualquier obra, según entiendo, es un deber y un derecho del que se encuentra con ella y procura sacarle el mayor jugo posible. En la novela La ciudad después del humo, de la que vamos a conversar ahora, la narración arranca con posterioridad a algún tipo de desastre, natural o no, que ha asolado a la urbe y ha traído determinadas consecuencias. Tal vez el humo el desastre en sí, o una derivación del mismo. La bomba nuclear es una posibilidad, no es la única. En realidad, siempre trato que en mis relatos no existan las únicas posibilidades, que las variantes inquieten al lector y lo lleven a hacerse preguntas y, por qué no, a que esas preguntas generen nuevos relatos. Así funciona, me parece, la literatura, mediante lecturas propiciatorias de nuevas narraciones.

¿Cómo podrías definir el carácter de la novela?

El intento siempre es un trabajo sobre el lenguaje, una exploración de sus posibilidades y sus límites, y en este caso me parece que ese esquema se repite, aunque siempre existen las variantes, que están dadas más que nada por el argumento y la trama, a los que veo como excusas para desarrollar ese intento de investigar acerca del lenguaje del que hablaba al principio.

¿Por qué elegir a un perro como compañero de travesías?

Supongo ahora, tal como lo supuse en su momento, que un perrito, que en general causa y transmite una onda de simpatía y cariño, era un buen personaje para ponerlo a contrastar con la desolación y la incertidumbre que campean y sobrevuelan el relato.

¿Cuál es el encanto del escriba, según se define el personaje al interior de la historia? ¿Cómo sedimentas las palabras y les brindas el peso significativo que deseas darle?

Si tiene algún encanto el narrador, será el de ser un hombre común y corriente, alguien con el que cualquiera se puede identificar. A mi entender no tiene nada de extraordinario, no es un héroe, sino que se ve forzado a vivir unas aventuras que él no eligió. Por otra parte, ya sabemos que los perdedores son más ricos, literariamente hablando, y este caso no es la excepción, creo. Con respecto a las palabras, trato de encontrar las adecuadas, las que no se puedan reemplazar tan fácilmente, las que aporten algo de sí mismas al relato en general.

¿El segundo punto latente de la novela es un narrador de perspectiva casi anónima? Es decir, aunque el protagonista es un hombre junto a su perro el cual no tiene un nombre visible el protagonista

En realidad, tampoco el perro tiene un nombre, o al menos no se lo conoce. Recién en la última escena el hombre, para retenerlo a su lado, le promete ponerle uno. Los que van apareciendo son todos seres anónimos, perdidos o vagando en la ciudad, que tampoco tiene un nombre. Entiendo que a veces un nombre brinda la posibilidad de una identificación y por lo tanto establece cierto lazo de simpatía entre el lector y el texto, pero, no sé, le escapo un poco a estos recursos, que puede ser válidos en otras historias, pero entendí en su momento que lo mejor, para esta novela, era que los personajes hicieran lo suyo ocultándose un poco entre el humo de la ciudad.

¿Por qué la era del humo como una especie de fábula negra enfoca el argumento de tu novela?

Me pareció que el humo era una buena metáfora para narrar lo que quería narrar, un fondo sobre el que poder retratar un cierto estado de cosas. Además, el humo distorsiona un tanto la visión, es una especie de niebla, y yo creo que una visión algo distorsionada nos permite acercarnos a una observación más profunda, nos obliga a afinar los sentidos en procura de una percepción diferente del mundo que nos rodea.

Cualquiera que lee a Mario Capazzo no tiene la menor idea que como narrador fecundo y elaborado, en cada una de sus obras nos obsequia una construcción monumental, tan sólo comparable al prolífico Ken Follet. ¿Qué puedes decir al respecto?

No puedo decir nada a este respecto, ojalá se sumen lectores que puedan corroborar o no esta afirmación.

¿La novela define una visión unilateral del mundo, tal vez como una mirada que se detiene en los hechos con la intención de que los mandatarios de estado alcancen a descifrar las consecuencias de un futuro inmediato cuando se toman pésimas decisiones?

No creo que la novela influya en ningún mandatario, ni la mía ni la de ningún otro escritor. Pero las ficciones tal vez ayuden a las personas del común de la gente a adquirir una perspectiva más completa en cuanto a sensibilidad se refiere. Quiero decir, tal vez un buen relato colabore a ampliar el campo de acción y la mira de una persona. Eso es lo que yo agradezco como lector.

En este párrafo: Para darnos la oportunidad de recapacitar acerca del rumbo de los desmanes convertidos en carne común y corriente, en achuras del destino, asunto de todos los días, los barrios y las comadres. ¿Con el fin de ponernos a salvo de nuestras impurezas? ¿Qué tan impuro encuentras el devenir humano?

Creo que el estado actual de la impureza humana no difiere demasiado con lo que ha sido en el pasado. Somos así, puros e impuros y con toda la gama de matices que puedan caber en el medio. No cabe rasgarnos las vestiduras y salir a decir que uno está a salvo. Muy por el contrario, todos estamos metidos en el mismo baile, y cuando bailamos levantamos polvo del suelo, y el polvo nos ensucia, y seguimos bailando.

En el capítulo El agua tapa las bocas continúa el recorrido de este narrador omnisciente, parece embarcarse en un viaje en el que no se distingue si el mundo ofrece señales de recuperación o continúa su oscurantismo con una inundación desmedida

El tipo narra lo que ve, lo que le pasa, lo que piensa, pero no nos muestra algo que se encuentra más allá de sus posibilidades. Y el viaje en el que se embarca, en medio de una gran inundación de las calles, en una nave que nunca termina de definirse, es una parte de su búsqueda, una búsqueda que tampoco sabemos del todo en qué consiste.

Ya casi para terminar la novela, en Todos los fuegos son del humo, parece nos devuelves y remontas con una frase: “con esta boca en este mundo”, título de uno de los poemas mas portentosos de Olga Orozco, considerando, según el argumento que el incendio de la fabrica crecía. ¿Cómo se te ocurrió semejante maridaje?

Siempre que puedo, y se me ocurre, me apoyo en homenajes de distinto tipo hacia artistas que, por un motivo u otro, admiro y me han brindado buenos momentos. En este caso, la cita a Orozco en este capítulo tal vez responda a que sus poemas representan para mí verdaderas hogueras en los que las palabras no se consumen, quedan vivas, por suerte, pero sí que las palabras de la poeta te cambian y remueven las estructuras de lo que veníamos siendo.

¿Si eres tan escrupuloso en los detalles de tus obras, por qué no usaste un lenguaje neutro en lugar de narrarlos desde tu habla argentina?

Nunca podría escribir en lenguaje neutro. Me sería imposible, no sé manejarme en otro idioma que aquel que uso todos los días. Lo que sí, como dije en mi respuesta a la segunda pregunta, la idea es internarme en sus incógnitas, en tratar de bucear en su interior y sobrevolar su superficie, en fin, que cada relato sea fruto de una búsqueda y semilla para continuarla más allá de las limitaciones que uno, como escritor y como persona, tiene y procura disimular, sin éxito, por supuesto.


Maritza Luza Castillo es una periodista y escritora peruana que ha colaborado con diversos medios y revistas literarias. Sus poemas han aparecido en antologías publicadas en España, Italia, Argentina, República Dominicana y otros.