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Javier Bedía Prado
Los trajes de ejecutivas visten las rutinas, las caídas y las victorias cotidianas de las protagonistas de Susanne Noltenius (Lima, 1972). De silencios y batallas internas se arropan los climas del segundo libro de cuentos de la autora, administradora de empresas de profesión que labora en el ámbito corporativo.
Una madre en proceso de divorcio, una esposa que descubre su independencia y una soltera en un dilema laboral, en la Lima contemporánea, son despojadas de sus revestimientos y certezas en los relatos de Tres mujeres (Animal de Invierno, 2015). La escritora sostiene una voz que parte de las emociones. “Creo que hay sentimientos universales, no importa si eres mujer, hombre, en qué ambiente te mueves, puedes identificarte con esas sensaciones”, defiende. Detrás de las inseguridades y fragilidades de sus personajes hay un deseo de retar a la comodidad, romper con el confort, la rutina, “la familia prefabricada, el marido prefabricado. Pero es muy fuerte, es una lucha muy intensa”.
En la narrativa peruana, a excepción de años recientes, no hay una tradición sólida de narradoras, que explore el mundo femenino. ¿Se propuso escribir una literatura centrada en las mujeres?
Soy mujer, soy madre de adolescentes en esta etapa de mi vida, estoy inmersa en el mundo corporativo, que es machista, medio frívolo, pero que también te permite ver muchos tipos de personas que han sido inspiración para crear personajes. No es que haya decidido escribir sobre mujeres, sino que yo escribo sobre lo que he sentido, vivido de cerca, o yo misma. En esa autenticidad, si quieres, inevitablemente caigo en quien soy yo.
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El ambiente corporativo es la columna vertebral del libro. ¿Esas taras que señala, esa forma deshonesta de manejar las finanzas por parte de algunos personajes masculinos, en este caso, reflejan tal vez problemas sociales más amplios? ¿Lo tenía presente?
En general, creo que en todos los ambientes siempre hay un reflejo de lo que hay en la sociedad en general. Probablemente en el ambiente literario también encontremos algunas joyitas. El ambiente corporativo no se escapa de eso, de la predominancia de los hombres en dirigir y protagonizar, malos manejos encontramos en todos lados. Sobre todo lo empleo para que haya un conflicto, porque si no hay conflicto, el interés del lector se puede perder.
Su literatura es más de sensaciones que de acciones. ¿Se ha planteado continuar por esa vía? Describir sensaciones, climas antes que acciones, es un estilo, me parece, no tan usual en la narrativa peruana.
He encontrado esa técnica, esa forma, y me siento muy cómoda. Mis grandes referentes son Alice Munro, Lorri Moore, el mismo Chéjov también. Son relatos en los que quizás uno está atendiendo a una descripción, pero esa forma de describir las cosas te dice cómo es el mundo interno de los personajes. Ese es el reto y esa Es la fascinación que he encontrado en el oficio de escribir. Sé que para algunos es un poco tedioso, pero es la línea que he encontrado. En realidad, tiendo a ser más clásica al contar historias, como no tengo formación larga y estructurada en narrativa, no me atrevo a probar cosas nuevas. Simplemente trato de contar historias de tal manera que logre transmitir sensaciones, logre conmover, logre hacer a las personas plantearse preguntas, quizás por eso mis finales abiertos, porque creo que un buen cuento es aquel que se queda en la cabeza del lector después de que uno ha terminado, que lo obliga a seguir pensando, seguir buscando, tratar de identificarse, a ver qué sintió.
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Las posiciones de las tres protagonistas son las que se encuentran, de entre los personajes de sus relatos, cercanas a la idea del bien. ¿Considera que las mujeres tienen una moral más rígida? En ciertas situaciones tal vez…
No porque sean mujeres. Voy a usar una frase Almodóvar: él dijo que siempre estaba en sus películas escondido detrás de sus personajes. Yo creo que siempre estoy en mis cuentos escondida detrás de mis personajes. A pesar de que ninguna historia es una confesión, una historia que yo haya vivido exactamente, sí planteo situaciones y mis personajes reaccionan como yo reaccionaría, entonces es una manera de decir mi opinión frente a diferentes temas. No necesariamente tienen mayor rigidez moral, pensando en mi trabajo en el mundo corporativo mis grandes referentes son gente a quienes he admirado.
La condición sentimental, ser soltera, casada o divorciada, ¿aún determina mucho a las mujeres?
Sí y no. Mi intención en este libro era describir cómo una mujer profesional, en una edad parecida que es alrededor de los 40, está lidiando con los mismos problemas sin importar el estado civil, todas están pues luchando por abrirse paso en el mundo corporativo, luchando por encontrar un espacio personal y además lidiando con la adolescencia de los hijos, que es una tiranía espantosa. Por eso lado, era a propósito poner diferentes estados civiles para ver que la lucha es muy similar. Por otro lado, sí creo que en esta sociedad de esta ciudad hay muchas etiquetas con las mujeres, al menos en los grupos donde me he movido sí he percibido que hay un trato diferente.
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La sensación de culpa y la rutina pesan sobre sus personajes, se se siente el tedio que viven. ¿Qué alimenta esta sensaciones?
Son sensaciones que ya estaban presentes en mi libro anterior (Crisis respiratoria), parece que todavía no me puedo escapar. Creo que el hecho de que una mujer en esta época tiene que ejercer varios roles a la vez, inevitablemente te trae culpas sobre lo que dejas de hacer en alguno de ellos, por ejemplo con la maternidad, una quiere ser profesional, valerse por sí misma, pero tienes que renunciar a ciertas horas que le podrías dedicar a tus hijos, si bien al final el balance es positivo, te deja esa sensación de culpa, de si dediqué de más, dediqué de menos, ¿no? Que puede ser algo bien o un poco desgarrador.
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Posted by La Prensa on jueves, 10 de marzo de 2016
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