Medicina: la bacteria que vive en nariz de humanos y genera resistente antibiótico
Una bacteria que vive en las narices humanas salvaría la vida de millones de personas en el futuro mediante un antibiótico natural que genera.
Científicos alemanes descubrieron el Staphylococcus lugdunensis, que elabora la sustancia capaz de atacar a algunos de los microorganismos más resistentes a los antibióticos.
“En la próxima década morirán más personas por la resistencia a los antibióticos que de cáncer (…) Generalmente, los antibióticos se obtienen de bacterias del suelo u hongos, la idea de que la microflora humana pueda ser también una fuente de agentes antimicrobianos es todo un descubrimiento”, explica, citado por El País, el microbiólogo de la Universidad de Tubinga, Andreas Peschel.
El científico indica que el uso y abuso de los antibióticos provoca una selección no natural de las cepas de bacterias más resistentes. Una de ellas es el estafilococo dorado, que vive en la piel y mucosas humanas, en un tercio de la población, sin causar daños.
En ciertas condiciones debilita el sistema inmune y se vuelve patógena. La bacteria, cuyas principales víctimas son pacientes hospitalizados, se ha ido haciendo resistente a un número creciente de antibióticos. El 70% de la población parece inmune.
Según la revista Nature, las narices colonizadas por S. lugdunensis eran territorio hostil para el Staphylococcus aureus. Al analizarlo, los especialistas vieron que unas cepas del primero impedían el crecimiento de la segunda. El componente que sería el responsable se podría traducir por lugdunina.
La lugdunina inhibió, también en cultivos, el crecimiento de varias cepas de S. aureus resistentes a diversos antibióticos y otros patógenos causantes de neumonía, sinusitis o incluso meningitis. Probada en ratones, salvo en dos casos por posible error de procedimiento, la infección retrocedió o desapareció.
¿Cómo fundamentar la creación de antibióticos por parte de bacterias? “La microbiota está formada por más de mil especies, muchas de las cuales compiten por el espacio y los nutrientes y la presión selectiva para eliminar a las bacterias vecinas es alta”, detallan los microbiólogos estadounidenses Kim Lewis y Philip Strandwitz. La prueba en humanos aún es lejana.