Medio ambiente: plantas invasoras y bacterias, amenazas de turismo para tepuyes
Los tepuyes del Escudo de Guyana, un conjunto de montañas en el norte de Sudamérica, han sido afectados por plantas introducidas por turistas. El panorama es complicado para el medio ambiente de uno de los pocos ecosistemas de la Tierra no modificados por el ser humano.
Las especies de la zona son amenazadas por el desplazamiento o la extinción en el paisaje de la gran sabana, de un total de más de un millón de kilómetros cuadrados, que fue recreado en la película animada Up e inspiró El mundo perdido, de Arthur Conan Doyle.
La comunidad científica, que considera a los cerca de 60 tepuyes distribuidos en Venezuela, Guyana y Brasil joyas para estudiar el origen y la evolución de especies, reclama protección en el territorio para evitar un desastre en el medio ambiente.
Los tepuyes son montañas altas con forma de mesetas, cimas planas y paredes verticales que dificultan el acceso, por lo solo se puede subir a dos, el Roraima y el Ayantepui, y se encuentran casi intocables por la actividad humana. Es uno de los lugares más antiguos del planeta, con dos mil millones de años de antigüedad.
En 2010, investigadores descubrieron 13 plantas, dos de ellas muy agresivas, en la cumbre del tepuy que no pertenecían al Roraima. Hoy ya se han extendido por varios puntos y son un peligro para el medio ambiente.
“En Europa, por ejemplo, es imposible estudiar cómo sería la biodiversidad sin la intervención del hombre. En los tepuyes, en cambio, podemos observar de primera mano ecosistemas naturales que jamás han sido modificados por el hombre. Esto es único y lo podemos perder”, indica, citado por El País, Valentí Rull, del Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera-CSIC.
La gran sabana es patrimonio natural de la humanidad, pero las leyes caen en un vacío porque falta la coordinación de los países y el 50% pertenece a Venezuela, cuya reserva en la administración de los tepuyes es un escollo.
“De lo que hay que convencerles es de que se trata de una ayuda y no de una invasión”, añade.
A pesar de que el Fondo para la Protección del Guayana “tiene bastantes recursos para hacerse cargo de la conservación”, su espacio de actuación es limitado.
El Roraima recibe entre 3.000 y 4.000 visitantes al año. Al impacto físico se suma la presencia de una bacteria fecal humana es también un problema para los indígenas que habitan en las faldas de las montañas. El impacto humano y en el medio ambiente es de cuidado.
“Todas las aguas de las cimas de las montañas van después a los ríos Orinoco y Amazonas por lo que buena parte de ambos ríos, se puede contaminar con la bacteria”, advierte el experto.
Los investigadores reclaman a Venezuela y los otros Estados que administran tepuyes mayor facilidad en el acceso a trabajos de campo en comparación a los accesos otorgados a los visitantes que acuden por turismo o para practicar deportes de aventura.
“Esto es muy contradictorio. Porque los que vamos allí a investigar cómo conservarlo tenemos más limitaciones que aquellos que van y no sienten ningún respeto por el entorno”, acota.
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