Esta ceremonia solo se celebra en Cuspón, Áncash. (Foto: Wikimedia)

Esta ceremonia solo se celebra en Cuspón, Áncash. (Foto: Wikimedia)

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El Gobierno del Perú declaró hoy Patrimonio Cultural de la Nación a un “excepcional” ritual funerario que aún se practica en la comunidad campesina de Cuspón, situada en los Andes, donde velan y entierran a sus difuntos con un quipu, la soga con nudos usada en el antiguo Perú como elemento contable y nemotécnico.

Una resolución del viceministerio de Patrimonio Cultural e Industrias, publicada hoy en la gaceta oficial El Peruano, incluyó el rito funerario de Cuspón, en la región Áncash, dentro del patrimonio cultural para garantizar su conservación.

El documento argumentó que el quipu funerario de la comunidad de Cuspón es “una práctica excepcional, tanto por la escasez de ejemplos paralelos como por la modalidad en que se presenta”.

El quipu es elaborado con lana blanca y negra tras el repique de campanas que anuncia el deceso de unos de sus miembros hasta lograr una soga de 14 brazadas (de 16 a 17 metros) donde se entrelazan las fibras de ambos colores, con una serie de nudos hechos en sus extremos.

La pieza resultante se amarra a la cintura y los pies del difunto, con tres nudos en el segmento que va sobre la pierna derecha y otros cuatro en el tramo de la pierna izquierda, mientras que ambos extremos se rematan con una cruz.

Como si fuera un rosario, los siete nudos y las dos cruces en ambos remates indican las veces que deben ser rezadas, respectivamente, el Ave María y el Padre Nuestro.

Los ruegos incluyen siete peticiones para la protección del alma del difunto en su paso al otro mundo, en cuyo trayecto existe la creencia de que puede ser asaltado por el demonio, representado en la forma de perros negros, y que sin el quipu no podrá descansar en paz.

El cuerpo es velado durante tres días en su casa y posteriormente es trasladado a un cementerio donde también será enterrado con la pieza.

El conocimiento para elaborar los quipus funerarios y su lectura es transmitido de madres a hijas, aunque en su fabricación participan otros miembros de la familia, incluidos hombres, ya que requiere varios metros de lana.

En Cuspón, la transmisión de esta tradición ha sido potestad de una familia, cuyo miembro reciente más notorio fue Gregoria Rivera, fallecida en 2014, y cuyos conocimientos ahora son practicados por sus hijos.

Aunque existen evidencias de que los quipus fúnebres también se elaboraron hasta hace poco en otras comunidades del distrito de Chiquián, de la provincia de Bolognesi, es solo en Cuspón donde los quipus aún se elaboran.

La mayor diferencia respecto de los quipus prehispánicos es que estos se componen de una única soga, mientras que en los otros se anudaban otros cordeles secundarios, en ocasiones con colores diversos, y con nudos de diferentes formas y tamaños.

La finalidad de los quipus en el antiguo Perú era registrar con un sistema decimal los recursos disponibles, el censo de población, y los tributos, mientras que otros, cuyo número es mucho menor, relataban historias, genealogías o incluso textos líricos, pero su significado todavía resulta un enigma.

Fuente: EFE