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Por: Maritza Luza Castillo
Alessandro Pucci se define como un escritor en constante búsqueda de un estilo y la estética de la palabra. En este sentido mantiene una línea reconcentrada en su paisaje literario haciendo gala de su libertad y manejo de la ficción al legítimo estilo de Samuel Beckett. Conejeras & Camaleones es un libro en el cual la originalidad de su enfoque es una expresión genuina de su amor a las letras tal cual él las concibe. La Prensa fue a su encuentro y conversó con el autor peruano.
“Conejeras & camaleones”, es una antología de cuentos cortos escritos con una prosa depurada. ¿Cómo fue la selección del material elegido para la misma y por qué un título tan sugerente y especulativo?
De esta no me escapo con una respuesta escueta. ¡Qué pena! El libro fue pensado desde el inicio como un todo. De modo que no hubo una recopilación, sino un filtrado. Elementos que fueron desarrollados en conjunto con los resultantes no llegaron al libro publicado. Entre ellos, por ejemplo, un texto muy, muy largo, de casi mitad de la envergadura del libro, y en inglés, que iba exactamente al medio, a modo de interludio. Hubo una enérgica recomendación editorial de que este fuera excluido por temas de idioma pero, en general, la exclusión de material respondió en última instancia a la intención de sostener o mejorar la coherencia del libro como cuerpo. La cohesión que existe de alguna manera u otra entre cada texto surge del hecho que fueron concebidos como órganos de este cuerpo. El término cuento, y cuento corto, sobre todo, suele llevar en español una suerte de estigma que no llevan el short-story en inglés o la nouvelle en francés. Los términos son sinónimos pero es la percepción de la gente que cambia. En fin, Conejeras & camaleones es para mí menos un libro de cuentos y más simplemente un libro.
Ahora, el porqué detrás del título… Podría intentar varias explicaciones. Supongo que la más satisfactoria nos lleva de vuelta a Carroll y a Capote. Como el primer texto del libro parece sugerir, es probable que el lector esté a puertas de una conejera proverbial; más adelante parece corroborarse que en una conejera “aliciana” se cae, no se entra, y nunca sin buena medida de voluntad. Tal vez esta, la conejera de mi propia confección, se abra del otro lado en pleno centro de mi cabeza, llena de botones de todos los tamaños y colores y sabores. Luego, en vista de que para mí todo es secundario a la autonomía de las palabras, su belleza individual y en conjunto, su vida propia y sus evoluciones y “arrollos” y desarrollos — ni la trama, ni el tratamiento de personaje — en vista de esto, supongo que nada me daría más placer que encontrarme con que los camaleones martinicenses no pueden resistirse a las mías, mis palabras.
¿Qué situaciones nada usuales te inspiraron? El relato de Rigoberto el loro, es un enamorado Lord inglés. Maneja un sutil sentido del humor muy bien trabajado. Hecho que no se repite en La conejera tercer relato. Ahí cambia el tenor y tono del relato con un acento mas bien negro Háblanos al respecto.
Todo es verdad en este libro. No he inventado una palabra. Cuando un loro se enamora de una maestra de inglés es porque siempre un loro se ha enamorado de una maestra de inglés. Hay una planta nativa de Eurasia cuya esencia aplicada en la cara produce una mueca parecida a la risa. ¿De qué vale la vida si uno no puede reírse de ella? Cosas inusuales sobran para nutrirlo a uno hasta colmarlo. El negro es también un color muy risueño.
¿Cuál es el concepto de cuento “M” ya que empieza como el nombre de una calle, después empresa, casa, y casi todo cuanto se abría a su paso tenía el sello “M”, incluso sufrió una transformación y se convirtió en una especie de ente al interior de su propia residencia?
Me gusta nutrirme de las lecturas variadas que reciben uno y otro relatos. Cuando encuentre la que más me guste diré: ¡Eco! Eso es EXACTAMENTE lo que quise decir, digo, eso que dice él, eso que dice ella ¡Cómo ha dado en el clavo! Un concepto es la expresión en palabras de una idea y en este sentido puede ser un relato un concepto. Pero si un relato fuera la explicación de una idea, entonces sería menos un relato y más un concepto. El relato existe porque no hay otra manera de hacerle llegar al paladar a alguien esa emoción que nos produjo un olor al abrir la ventana un jueves de lluvias.
Si bien una buena herramienta a tu favor es la descripción meticulosa, los perfiles con que emprendes cada cuento no tienen absolutamente nada que ver con el anterior en lo concerniente al estilo narrativo. Cuéntanos al respecto…
¡Dios me libre de la descripción meticulosa! Espero que mi prosa vaya camino de la depuración en este y otros sentidos, más bien. Si la descripción basta en el texto publicado y más o menos se entiende, me quedo contento. El resto es escribir por necesitar hacerlo y eso queda entre mí y mi máquina dentada. Prefiero la segunda acusación, la de padecer eclecticismo. Es más honroso padecimiento. No sé si los textos no tienen nada que los ate estilísticamente, esto ya no me compete. En lo que respecta la escritura como juego personal: ¡no se puede pretender que uno esté dale que dale con el mismo juguete sin cansarse! La variedad, es eso lo que me atrae.
“En la preponderancia del frío”, es un cuento que reserva una sorpresa para lector. Forzando la figura se podría decir que es una historia que aparece embarazada y durante su tiempo de lectura y gestación, nos alumbra un segundo relato cuyo fenotipo nos remonta al primero.
Me gusta la alegoría. Los habitantes de la Preponderancia aprobarían. Puedo decir que al fin y al cabo es uno de los textos que más me gustan, pues está colmado de un romanticismo y de elementos de nostalgia muy específicos a mí. Ahora, tan lejos de Lima, a unos meses del mes de noviembre que tanto me encanta, por ser mi cumpleaños y por ser mes de dar gracias y por ser el precursor a la Navidad, pues, me encuentro comenzando a buscar aquella luz dorada entre los árboles que marcó mi niñez limeña. Claro, aquí, en París, noviembre es algo más como el otoño de hojas anaranjadas que yo soñé de niño pero ¿dónde está el verano que debería alumbrar en noviembre? Habrá que llevar la cosa a los tribunales franceses.
¿Qué nos dices frente a esta afirmación: ¡El título hace al cuento! ¿Estamos entonces ante una antología de títulos?
Los títulos son lo peor que existe. Lo digo enteramente por resentimiento. No hay nada que me escueza más a las manos que ponerle títulos a mis cosas. Me cuesta un horror y medio. Diría que dicha afirmación tiene más que ver con cómo se venden las ideas que con las ideas mismas. Si uno me dice que su escritura comienza por el título y se desarrolla a partir de ahí, entonces, en ese sentido es una afirmación literariamente válida. Por lo demás, cuando el título viene a posteriori y “hace” al texto, eso está más en el campo del marketing y menos de la literatura, ¿no es cierto?
Hay una constante en la construcción narrativa que se desprende en cada cuento cada vez que la historia te exige enfatizar o jugar con el personaje central. Por ejemplo en el cuento La Carta, la palabra “jardín” se pasea con frecuencia en el texto. En La cabeza de John Malkovich, la palabra en uso son los “botones” como clave obligada para que la historia discurra. Háblanos al respecto.
Estos son elementos de redundancia que al final sirven para taladrarle la idea a un lector. En principio, sin embargo, responden a un fantasma casi automático. No pienso tanto al escribir. Suele ser más pulsional. Luego, pienso sobre lo que he escrito mientras escribo lo siguiente sin pensarlo. La repetición es algo que responde más a esa necesidad que mencioné al principio respecto de la belleza de ciertas palabras y sus conjuntos y motivar a los camaleones, que formen conciliábulos en torno. Hay palabras que merecen ir juntas. Hay palabras que merece la pena decir dos veces.
Cuando el lector toma un texto tuyo discurre como pez en el agua. Sin embargo, a veces el leyente se encuentra con la variopinta mezcla de océanos que tu pluma puede fomentar.
No sé qué clase de pez ni qué calidad de agua pero me gustaría pensar que el lector satisfaga ahí su sed de cualquier cosa. Lo que me dices lo tomo como un cumplido y, como dice Wilde, una relación que comienza con un cumplido sin duda se desarrollará en una verdadera amistad.
¿Qué esperas de la literatura y qué le obsequias a ella como escritor?
Yo espero TODO de la literatura. Espero que me transporte, que me enamore, que me seduzca, que me sacie y, a la vez, me deje queriendo más. Es una droga, la literatura a la que acudo. Los libros bajo los que me arrimo cargan tamaña responsabilidad conmigo y por eso son muy selectos. Lo que yo escribo, debo decirlo, tristemente no está invitado a esta fiesta. Aquí se espera que diga “aún” pero ¿quién me asegura que alguna vez mis tímidas palabras logren sobrepasar mi despiadado perfeccionismo? Lo que le obsequio a ella es lo mejor de mí hoy. No es tanto. Es claramente una relación injusta y yo soy un aprovechado.
¿Cómo observas el movimiento literario en el Perú y qué quisieras que se modifique?
El movimiento literario en el Perú está en pañales. Lo que es peor, en el mundo el arte y la cultura han vuelto a los pañales. En mayor o menor medida, en todo lado, la gente ya no lee. No lee como se decía leer antes. No es culpa del lector. El escritor tiene gran responsabilidad en ello. El escritor, creo, ha llevado la literatura a un pedestal tan alto que ha logrado asustar y cansar a los pobres mortales que ha ido colocando a mirarlo desde abajo. El escritor se ha vuelto un ente intocable y su producto, intocable y, como consecuencia, se han vuelto poco más que leprosos los dos. En el Perú y en el mundo el movimiento literario es, ahora y en comparación con lo que alguna vez fue, algo así como las ondas que produce un insecto acuático, de esos que caminan coquetamente sobre la superficie del agua como en un trance cristiano. Detesto ser un bigote en el flan pero así está la cosa: la gente no tiene ni tiempo ni ganas. Es una tremenda pena. Y a mí que tanto me complace reír de todo y un poco más, de esto debo apenarme. Yo quiero tener el derecho de llamar lo que hago por su nombre: arte pero también oficio. Un médico, un plomero, un burócrata en las oficinas públicas tiene el derecho profesional que yo no. Por eso andamos tan altos y ufanos en nuestros pedestales y colgamos una tacita de cartón para recolectar moneditas.
Maritza Luza Castillo es una periodista y escritora peruana que ha colaborado con diversos medios y revistas literarias. Sus poemas han aparecido en antologías publicadas en España, Italia, Argentina, República Dominicana y otros.
CORTOMETRAJE DE ANIMACIÓN INSPIRADO EN ‘CONEJERAS & CAMALEONES’
Conejeras & camaleones (Cortometraje de animación)Cortometraje de animación inspirado en el libro de cuentos de Alessandro Pucci «Conejeras & camaleones».http://www.alessandropucci.com/?view=book&id=0003
Posted by Alessandro Pucci on Martes, 26 de noviembre de 2013
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