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Paul Walker fue muy conocido por su faceta de actor y filántropo, pero el fallecido protagonista de Rápidos y furiosos también fue un artista marcial. El actor entrenó jiu–jitsu durante 10 años y su sueño fue obtener el cinturón negro, que su maestro entregó a su padre a modo de homenaje luego de su muerte en un accidente automovilístico.
“Él me dijo que practicaba artes marciales para meditar y liberar su estrés, para estar cómodo y enfocarse en su espíritu. El jiu–jitsu era para Paul lo que el yoga es para algunas personas, no tanto un pasatiempo como un estilo de vida”, dijo su maestro, Ricardo ‘Franjinha’ Miller, en diálogo con el portal Fight Land.
‘Franjinha’, líder de la escuela Paragon BJJ, resaltó que Walker nunca aprovechó su fama para beneficio personal ni miraba por encima del hombro a sus compañeros. “Él fue una persona amable. Siempre se tomaba fotos con cualquiera que se lo pidiera. Nunca lo veías molesto, se tomaba todo a bien”, añadió.
Miller también contó que Paul –que empezó a entrenar a los 31 años– se sentía un poco viejo para llegar al cinturón negro. “Te tomará ocho años llegar”, le dije cuando me lo preguntó. “Tómalo con calma y el tiempo pasará rápido”, añadí. Walker falleció cuando había llegado a la faja marrón de jiu–jitsu.
A modo de homenaje, ‘Franjinha’ entregó a la familia de Walker el cinturón negro que nunca podrá darle en persona al actor. “Le dije a su padre si quería colgarlo del árbol contra el que chocó, pero él me contestó que el jiu-jitsu era muy importante para su hijo. Por eso conversaría el cinturón”, agregó.