Heberto Helder. (Foto: EFE)

Heberto Helder. (Foto: EFE)

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La muerte de Herberto Hélder, un poeta de culto que desdeñó la vorágine mediática y social, priva a las letras portuguesas de una figura a la altura de Luiz Vaz de Camoes y Fernando Pessoa, aseguró a Efe Arnaldo Saraiva, especialista en la obra de Hélder.

“Su poesía (…) será comprendida en su grandeza en unos años (…) Es de un calado comparable a Camoes y Pessoa”, analizó Saraiva, profesor de la Universidad de Oporto y amigo del poeta cuya muerte fue anunciada hoy.

Herberto Hélder (Funchal, 30 de noviembre de 1930 – Cascais, 23 de marzo de 2015) está considerado el mayor poeta contemporáneo de Portugal, a pesar de su poco política postura en relación a los premios literarios y a su aversión a la exposición mediática.

Dueño de unos oscuros, viscerales y laberínticos versos, Hélder estuvo influenciado por el francés Arthur Rimbaud, aunque, como los genios, “huía de las tendencias”.

“La poesía de Hélder es un verdadero monumento musical. Extrae el poder de seducción de las palabras, sin aburrir al lector. Explora aquella que denomino ‘extracto fonético’, pero también trabaja el ritmo y, sobre todo, la tensión”, opinó Saraiva, que alterna su docencia con la práctica de géneros como el ensayo, la crónica y la poesía.

Autor de más de una decena de obras, principalmente poéticas y algunas traducidas al español, al francés y al italiano, sus principales temáticas fueron el amor, sobre todo en su vertiente erótica, y la muerte, principalmente los últimos años.

No en vano, su último libro, del 2014, llevó el premonitorio título de “A morte sem mestre” (“La muerte sin maestro”), un éxito de ventas el verano pasado lanzado por Porto Editora.

“Es un gran poeta del amor, pero también es un gran poeta de la muerte”, abundó Saraiva, quien citó un verso de su primera obra, “O Amor em visita” (1958): “A cada espasmo, yo moriré contigo”.

Sin embargo, la muerte impidió a Hélder ver el lanzamiento de otro libro de cariz existencial, un inédito que finalizó hace cerca de un mes y medio, reveló Saraiva.

Alérgico a los premios y a la vorágine social, Herberto Hélder llegó a rechazar en 1994 el Premio Pessoa, uno de los principales galardones en Portugal, y, desde entonces, reforzó su fama de “poeta oculto” y, en algunos círculos, de eremita y arrogante.

Son muy pocas sus fotografías públicas – los medios lusos divulgaron unas en blanco y negro, en las que el poeta lucía una poblada barba blanca – y más escasas aún las entrevistas, que no concedía al menos desde hace 40 años.

Para el profesor universitario, amigo de Hélder desde hace décadas, era “un hombre muy afectivo y coherente” con sus allegados.

“Él negó entregarse a esa feria de las vanidades que devora el mundo de la poesía”, remachó Saraiva, quien dio pistas de un cierto estoicismo de su amigo Hélder: “Desechó, en vida, algunas facilidades mundanas”.

Casado y con dos hijos – uno de ellos un conocido periodista – y una nieta, tuvo intensas experiencias de vida, como sus trabajos de reportero durante la guerra colonial en Angola a comienzos de los 70.

“Decía que era un mundo ‘natural’, en el sentido de que todavía no había sido ‘trabajado’ por la civilización occidental”, contó Saraiva.

De ascendencia judía, Hélder combinó su producción literaria con los más variados oficios, desde captador de publicidad a bibliotecario, de editor literario a periodista.

Desde que inició su carrera literaria, en 1958, cuando publicó “O Amor em visita”, cuenta con títulos como “A colher na boca”, “Poemacto”, “Lugar”, “Os passos em Volta” y “Apresentação do Rosto”, una autobiografía censurada por el Régimen de António de Oliveira Salazar.

Fue reportero en la guerra colonial en Angola y, seguidamente, partió a Estados Unidos, en 1973, cuando compiló la obra “Poesia Toda”.

Regresó a Portugal después del 25 de abril de 1974, año en el que se recuperó la democracia, y lanzó, entre otras obras, “Cobra” (1977), “O Corpo, o Luxo, a Obra” (1978) y “Photomaton & Vox” (1979).

En el 2008, publicó “A faca não corta o fogo — Súmula & Inédita”, y el año siguiente “Ofício Cantante”.

(Fuente: EFE)