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Historias | Una mujer de USA vendió su espaciosa residencia que incluía una piscina y una hermosa vista para cuidar a sus adorados gatos. De hecho, ahora vive en una pequeña casa rodante para cuidar mejor a los más de 1,000 felinos que tiene en su propiedad. Esta es su increíble historia que causa revuelo en YouTube y otras conocidas redes sociales.

Describiéndose a sí misma como “la que encabeza la lista de las ‘locas de los gatos’ más excéntricas”, Lynea Lattanzio (69) estima que ha adoptado y reubicado en nuevos hogares a más de 28,000 gatos a lo largo de su vida. Y es que, en sus propias palabras, no se cansa de la “independencia, belleza, elegancia y compañía” de los felinos que disfruta cuidar.

Lynea comenzó con su abnegada labor a comienzos de 1990 después de una visita a un refugio de animales a pedido de su padre, que le había pedido que le ayudara a conseguir algunos gatos. Ella fue y trajo 15 mininos. Para el final de ese año había rescatado y reubicado en hogares a 96 de ellos. Fue en ese momento en que se dio cuenta que descubrió su llamado.

“Cuando comencé, financié todo con dinero de mi propio bolsillo por siete años. Me gasté los fondos de mi retiro, vendí mi auto, vendí mi anillo de bodas”, contó Lynea en diálogo con el canal Barcroft TV de YouTube, que la visitó en la enorme propiedad en la que actualmente convive con 800 gatos adultos y 300 mininos.

‘The Cat House on the Kings’ fue el nombre que eligió para el santuario sin jaulas más grande para gatos ferales y abandonados de California que fundó en su hogar. Y la abrumadora cantidad de felinos llegó a ser tanta que en 1992 decidió convertirse en técnica veterinaria para ayudar a mantener bajos los costos médicos de los tratamientos de los animales.

Estas decisiones le permitieron expandir su misión y encontrar los fondos necesarios para manejar el presupuesto anual de 1.6 millones de dólares al año que destinan para alimento para gatos, el manejo de desperdicios, el mantenimiento de la propiedad, el pago del personal que tiene en planilla y los veterinarios.

Cada mañana, los trabajadores y voluntarios del santuario comienzan a alimentar a los gatos al promediar las 4 de la madrugada, y por lo general les toma de 30 minutos a una hora para darle de comer a todos. Pero eso no es todo, ya que ellos también están entrenados para proveer de asistencia médica a cualquier gato que la requiera.

Un detalle a mencionar es que cuando un generoso donante le dejó una herencia en 2004, Lynea pudo comprar el terreno adyacente y expandir su propiedad a casi 5 hectáreas, instalando una cerca a prueba de gatos alrededor del perímetro. Con esto, todos los felinos eran libres de deambular por el santuario.

Si bien ama con todo su ser a los gatos, el objetivo de Lynea es encontrarles nuevos hogares y no conservarlos. Por ello, invitó a todos los interesados en adoptar a uno de sus engreídos a que visiten la página web del santuario y llenen uno de los formularios para hacerse con uno de los 500 de estos animales que son amistosos y se encuentran listos para partir.