Rubén Blades confirma que postulará a la Presidencia de Panamá en 2019
El salsero Rubén Blades confirmó el domingo que postulará a la Presidencia de Panamá en los comicios generales que se realizarán en mayo de 2019 para, dijo, fortalecer la democracia y empoderar a los ciudadanos contra la corrupción.
En conversación con el programa de debates Radar, el abogado, de 66 años, indicó que si tiene salud y argumentos aspirará a la presidencia y luchará contra la corrupción, a la que considera un “fenómeno complejo”.
En ese marco, el ganador de varios premios Grammy comentó, dirigiéndose al pueblo de Panamá, que en material electoral la autoridades de los políticos la confiere la gente.
“Señores: entiendan que este es nuestro país, los políticos no bajan en platillo volador”, apuntó Rubén Blades.
El también actor ya postuló a la Presidencia de Panamá en 1994 por el partido político Papa Egoró (“madre tierra” en la lengua indígena emberá), aunque esa vez quedó en el tercer lugar con el 20% de los votos.
Rubén Blades volvió a la política en 2004, apoyando la candidatura presidencial de Martín Torrijos, hijo del desaparecido general Omar Torrijos, quien finalmente ganó las elecciones por el socialdemócrata Partido Revolucionario Democrático (PRD).
En ese periodo, Ruben Blades ejerció el cargo de ministro de Turismo entre 2004 y 2009.
Terminada su función pública, realizó una gira internacional de conciertos para promover sus éxitos discográficos con temas como Caminos Verdes, El padre Antonio y el monaguillo Andrés, Decisiones y Amor y Control.
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Hace unos días, Rubén Blades pidió a Estados Unidos que elimine el “bloqueo” que mantiene hace más de 50 años sobre Cuba y evite el “sufrimiento injustificado” del pueblo cubano.
“Que cese ya el bloqueo que lastima a Cuba y que, finalmente, se cumpla la primera fase de la liberación del pueblo cubano, de un sufrimiento injustificado”, indicó el cantante en su sitio web.
Para Rubén Blades, el anuncio del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, sobre querer normalizar sus relaciones con La Habana, “es simplemente el reconocimiento oficial, por parte del gobierno estadounidense, del fracaso de su política pública hacia Cuba, a todas luces negativa, absurda y contradictoria”.