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Javier Bedía Prado / jbedia@comercio.com.pe
Primero es la historia, la evocación inconsciente. Después, la relación de ideas, la atadura de recurrencias. Héctor Gálvez no se ha propuesto una cinematografía de la identidad o la memoria, ni en Paraíso ni en NN, su segunda película de ficción en cartelera desde el jueves 17. El imaginario del cineasta, cámara en el presente, parte sin etiquetas del impulso de narrar.
El hallazgo de una foto entre los restos de un hombre desaparecido desencadena la búsqueda de su historia, de su familia. En la película actúan Paul Vega, Lucho Cáceres, Antonieta Pari, Manuel Gold y Gonzalo Molina.
Has mencionado que tu cine no es de denuncia, sino la exposición de una realidad. Bajo este principio, ¿propones un ejercicio de memoria?
No tanto un ejercicio de memoria. Para mí es inevitable contar esta historia porque en el caso de NN es latente, actual, un drama tan actual. Y está llevado por ese lado. Me interesa más lo que está pasando en este momento. Hablar desde el presente, reflexionar. Si se quiere, sí, hacer memoria, pero para que sirva al presente. Son asuntos que no están cerrados.
Cuando se habla de tu cine, se resalta en primer plano la identidad. Entendida como pertenencia a una cultura, un entorno común y a un lugar visible en la sociedad. ¿Qué es lo que muestran tus historias sobre esto?
No es consciente, no ha pasado por un filtro. En mi caso ha sido a la inversa, primero quería contar historias, luego me di cuenta de que había algo que las emparentaba, una idea en común. No hice una búsqueda detectivesca. En Paraíso tenía las historias desde un principio, en NN la historia llegó a mí y quería contarla. Cuando la escribía caí en cuenta de que retornaba a temas. En el país hay una sensación de orfandad, de ausencia de figura paterna, y no querer hablar es un signo de eso, porque lo incomodo sirve para mirar adelante.
En NN el drama se centra en cómo tratan de llevar los antropólogos forenses su tarea. En Paraíso, presentados con ternura y crudeza, los jóvenes buscan su lugar en un contexto desfavorecido. ¿Haces películas sobre víctimas?
No lo había visto así, ahora que lo mencionas…Tiene que ver con la identidad, otra vez parto de la historia, no del concepto. En Paraíso los chicos no son conscientes de por qué están ahí, en Lucanamarca (documental codirigido con Carlos Cárdenas) eran las víctimas de las víctimas, que tenían un estigma. En ambas historias todo sucede en su entorno. En el caso de los antropólogos, conviven con el dolor, son conscientes, ellos deciden.
En una presentación de Paraíso en un cineclub, cuatro o tres años atrás, cuando ya alistaba NN, contó que la historia iba a tener tono de thriller. El derrotero, por motivos otra vez inexplicables, fue distinto, quizá porque no quiso atreverse detrás de esa cortina. Héctor Gálvez prefiere no ser consciente de su identidad. En la parquedad de algunos de sus personajes sí se reconoce.
“Al construir una historia te ves a ti. Es un asunto de búsqueda. Me interesa mirar al otro lado, lo que no se ve, lo marginal”, recalca.
El director cuya cinta representará al Perú en la preselección de candidatas extranjeras al Óscar le da vueltas a una historia tomada de sus días de camarógrafo de matrimonios. Piensa en un registro cómico, a contracorriente de “la visión despectiva de lo popular”. Será su nueva búsqueda.