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En la primera temporada de Mindhunter, los agentes del FBI Holden Ford (Jonathan Groff) y Bill Tench (Holt McCallany) estudian las psiques dañadas de asesinos en serie en un intento de entenderlos, atraparlos y, en el proceso de ser pioneros en el desarrollo del perfil del asesino en serie moderno.

En los primeros episodios analizan a Edmund Kemper, conocido como ‘El asesino de las colegialas’ (Co-ed killer, en inglés), interpretado por Cameron Britton en la serie de Netflix. Pero ¿cómo fue este asesino serial en la vida real?

De acuerdo con Business Insider, Edmund Emil Kemper III tenía un coeficiente intelectual de 145 y desde joven desarrolló un comportamiento sociopatológico: torturaba y asesinaba a animales, representaba rituales sexuales con las muñecas de sus hermanas y a los 15 años asesinó a sus dos abuelos. Por esto último fue enviado a la unidad criminal del Hospital Estatal Atascadero, donde permaneció detenido hasta sus 21 años.

Kemper, quien media 2,05 m y pesaba más de 136 kg, llegó a trabajar en el Departamento Californiano de Transporte, en aquella época conocido como el Departamento de Obras Públicas en la División de Carreteras en el Distrito 4. Aprovechando su empleo cometió sus siguientes crímenes.

Entre mayo de 1972 y febrero de 1973, Kemper secuestró y asesinó a seis estudiantes universitarias que encontró en la autopista. Posteriormente trasladó los cuerpos a su apartamento donde practicó necrofilia y luego desmembró los cuerpos para lanzarlos en barrancos o sepultarlos en campos, incluso en una ocasión enterró la cabeza de una víctima en el jardín de la casa de su madre.

En abril de 1973, ‘El asesino de colegialas’ mató a su madre con un martillo de zapatero mientras esta dormía, la decapitó, la violó y arrojó sus cuerdas vocales al triturador de la cocina. Pero eso no fue todo, comió parte de sus órganos y luego de dormir cuatro noches con el cuerpo en estado de putrefacción llamó a la mejor amiga de su madre y la estranguló.

Mientras viajaba en auto hacia el Este y al no escuchar en la radio ninguna noticia sobre los asesinatos que cometió, llamó a la policía y confesó que él era ‘El asesino de las colegialas’.

Durante su juicio de 1973, Kemper solicitó “muerte por tortura” como castigo por sus crímenes, pero al estar suspendida en Estados Unidos en aquel momento, fue declarado culpable de ocho cargos de asesinato en primer grado y condenado a cadena perpetua en el Centro Médico de California.