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El Premio Nobel de Literatura y Príncipe de Asturias de las Letras de 1999, Günter Grass, fallecido este lunes, encarnó en su obra, desde sus primeros poemas y obras de teatro hasta sus últimas obras autobiográficas, como pocos otros las contradicciones de la historia alemana.
Como una “incómoda patria” se refirió a su país en alguna ocasión Günter Grass, quien tuvo desde el comienzo de su carrera literaria una vocación incontenible de nadar a contracorriente, de provocar al poder y de suscitar debates que rebasaban lo meramente literario.
Por su primera novela, “El tambor de hojalata” (1956), fue acusado de pornógrafo. Con una de sus últimas obras, su autobiografía “Pelando la cebolla” (2006), desató un escándalo al revelar que a los 17 años había integrado una unidad de las SS.
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Las disputas de Günter Grass fueron siempre viscerales y duraderas, como demuestra que durante tres décadas se negase a dar declaraciones al diario Bild y a los otros medios del grupo Springer debido a la campaña que hicieron en su momento contra el escritor Heinrich Böll al ponerle bajo sospecha de ser cómplice del terrorismo.
Günter Grass no olvidaba, no solo en lo que se refiere a sus luchas personales sino también en lo tocante a la historia de Alemania, y se esforzó permanentemente para que los otros tampoco lo hicieran.
Sus novelas más importantes, desde “El tambor de hojalata” hasta “A paso de cangrejo” (2002), pasando por “Encuentro en Telga” (1979) y “Es cuento largo” (1995) son recuperaciones de la historia de Alemania desde la perspectiva del presente.
Tras enterarse de que se le había concedido el Príncipe de Asturias de las Letras en 1999, el escritor sostuvo que la buena recepción que había tenido su obra se debía a que había logrado producir una novela típica de cada década.
Así, según Grass, “El rodaballo” (1977) – con el planteamiento del problema del hambre – habría sido una novela típica de los setenta, “La ratesa” (1986) – con su trasfondo ecológico – una novela representativa de los ochenta y “Es cuento largo” (1995) – centrada en la reunificación alemana – una obra reflejo de los noventa.
Después vendrían “A paso de cangrejo” (2002), novela breve en la que rompió un tabú de la izquierda al hablar del sufrimiento alemán en la guerra, lo que ayudó a romper el silencio guardado por muchos sobre ese asunto, y “Pelando la cebolla” (2006), con todas las polémicas paralelas.
“Pelando la cebolla” abrió un ciclo autobiográfico completado por “Die Box” (“La caja”, 2008) y “Grimm Wörter” (“Palabras de Grimm”, 2010).
“La caja” está dedicada a la fotógrafa Maria Rama – muerta en 1977 -, presunta propietaria de una cámara mágica que se volvió loca durante la guerra al ser la única superviviente de un taller de fotografía después de un bombardeo y empezó a fotografiar cosas que no existían o habían dejado de existir.
El libro es una historia de familia, donde Günter Grass cuenta sus vivencias como padre, pero no es solamente eso, sino que además es una reflexión estética.
Uno de sus hijos subraya en el libro que su progenitor tiende a mezclar las épocas como lo hace la cámara mágica, y a intercalar la realidad con la imaginación en un libro escrito al estilo de un cuento de hadas y que empieza con “Había una vez un padre…”
La otra constante que siempre lo acompañó fue la mezcla de géneros. Entre novela y novela con frecuencia publicó poemarios.
Incluso en algunos de sus libros hay poemas integrados en el texto, siguiendo una tradición que tiene sus raíces en el romanticismo alemán.
Además, están sus obras de teatro – hoy poco representadas – entre las que destaca “Los plebeyos ensayan la rebelión”, un curioso homenaje a Bertolt Brecht que suscitó en su momento las iras de la viuda del dramaturgo, Helene Weigel.
En esa obra, Grass ponía a Brecht a dudar del socialismo tras la violenta represión perpetrada por el régimen estalinista contra una revuelta de trabajadores el 17 de junio de 1953.
(Fuente: EFE)