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FOTOS. Sun y Efimova ya son plata y Gatlin y Park están a punto de entrar en acción pero mientras, el malestar crece cada día más en los Juegos Olímpicos de Río 2016 a medida que antiguos dopados se cubren de gloria.

“Cuando veo el podio de 200 metros libres, me dan ganas de vomitar. ¡Sun Yang mea violeta!”, se indignó Camille Lacourt, quinto en la final de los 100 m espalda, resumiendo sin tapujos la incomodidad de muchos nadadores.

La participación de deportistas suspendidos en el pasado por dopaje se ha convertido en unos días en un tema molesto en Río de Janeiro.

La responsabilidad la tiene el Comité Olímpico Internacional (COI), cuya decisión de no excluir a todo el equipo ruso de los Juegos de Río acabó volviéndose contra él.

El COI condicionó la presencia de deportistas rusos a un requisito inesperado: la exclusión de los que fueron sancionados en el pasado por dopaje, incluso si ya cumplieron su suspensión.

Primer escollo: este criterio no es legal. El Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) retocó la idea aceptando los recursos de numerosos deportistas rusos afectados.

Es el caso de Yulia Efimova, fue suspendida 16 meses en 2014 por consumo de esteroides y recientemente volvió a dar positivo por el controvertido Meldonium, pero estará en Rio.

Segundo problema: el criterio es injusto. ¿Por qué aplicarlo sólo a los rusos cuando el dopaje es universal?

Es el caso del chino Sun Yang, que dio positivo en 2014 y fue suspendido tres meses, su presencia en la piscina de Río ha suscitado las críticas de algunos adversarios.

Pero lo peor probablemente está por llegar.

En natación, el surcoreano Park Tae-hwan está compitiendo, aunque ha fallado en sus primeras carreras.

Park, cuatro veces medallista olímpico, dio positivo por esteroides en 2014 y purgó su pena de 18 meses de suspensión, pero su comité olímpico nacional le prohibió competir durante tres años.

El campeón olímpico de 2008 recurrió entonces al TAS, que levantó esta prohibición alegando que sufría una doble pena por un mismo hecho.

El domingo, el atletismo, profundamente sacudido por las revelaciones sobre el dopaje de Estado en Rusia, podría tomar el testigo de la natación con la final de los 100 m, en los que muchos participantes son repescados de última hora.

En primer lugar, por supuesto, figura el estadounidense Justin Gatlin, suspendido dos veces a lo largo de su carrera y apartado de las pistas durante cinco años, y que solo debe su permanencia en la competición a una flexibilización de la lucha contra el dopaje.

Hay un límite y muchos deportistas empiezan a pensar que ya se ha superado.

Lacourt encendió así otra llama distinta de la del olimpismo. Pero, no fue el primero.

El nadador australiano Mack Horton, que derrotó a Sun en la final de los 400 m libres, ya había dejado claro lo que pensaba.

“No tengo tiempo para los dopados”, aseguró, tras explicar que había negado el saludo al chino durante un entrenamiento.

Incluso el rey Michael Phelps se permitió un comentario sobre el asunto: “Es triste que hoy en día, haya gente que dé positivo, incluso dos veces en algunos casos, y puedan seguir nadando en unos Juegos Olímpicos. Me molesta”.

Las turbulencias parecen pues sacudir el tranquilo universo del olimpismo.

Hasta el punto que el COI, por medio de su portavoz Mark Adams, decidió salir de su silencio: “Animamos claramente la libertad de expresión, pero al mismo tiempo, los Juegos son el respeto al otro y el respeto al derecho de los otros a participar en competiciones (…) con tranquilidad, sin ser agredidos. Así que sí, animamos a los deportistas a respetar a sus competidores”.

Pero, los tiempos cambian y las críticas pueden no ser más que los primeros síntomas de una revuelta generalizada.

Fuente: AFP

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