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Hace seis años el RB Leipzig no existía, hace cinco jugaba en la quinta división, hoy está en la liga de ascenso y todo indica que en la próxima temporada cumplirá la meta de disputar el título de la Bundesliga.
El público general alemán se resiste a rendir admiración al proyecto del RB Leipzig, que con el dinero de un ambicioso patrocinador ha creado de la nada un club deportivamente exitoso. Su reacción es más bien de rechazo por considerarlo contrario a la cultura del aficionado local, que no reconoce en sus equipos a empresas sino a románticos defensores de sus sentimientos.
A donde quiera que se presente en Alemania, el RB Leipzig es recibido con la misma animosidad. Esta ha crecido casi a la misma velocidad con la que el equipo asciende de categoría. Las aficiones rivales que antes solo se limitaban a presionarlo desde las tribunas, acusándolo de no tener tradición, ahora incluso organizan marchas de protesta antes de los partidos en su contra.
Algunos de los grandes dirigentes del fútbol alemán, como Karl Heinz Rummenigge del Bayern, no solo censuran el proyecto sino que intentan a toda costa frenar su llegada a la Bundesliga, abogando por la adopción de un reglamento de “Juego Limpio Financiero” cuyo efecto principal sería detener la marcha del RB Leipzig.
Filial alemana de un proyecto internacional
Las siglas RB del Leipzig, que hoy se leen en alemán como “Rasen Ballsport” luego de haber sido modificadas, al igual que el emblema del escudo del club, esconden al verdadero propietario del equipo, la multinacional de bebidas austriaca Red Bull.
El nombre oficial, para ajustarse a los reglamentos de competición de Alemania y obtener la licencia en la segunda división, ahora traduce formalmente otra cosa —Césped del balón deportivo— aunque todos sepan su verdadero significado, así como el porqué el símbolo del club es tan parecido al logo de la empresa que lo financia y que es a la vez patrocinadora principal de su estadio, la Arena Red Bull.
Desde el 2009 Leipzig es sede de la filial alemana del conglomerado futbolístico internacional del empresario Dietrich Mateschitz, gerente y copropietario de Red Bull, que posee clubes en Austria, (Red Bull Salzburgo), Estados Unidos (Red Bull New York) y Brasil (en Campinas), y hasta hace poco tuvo en Ghana un equipo profesional y una academia de formación de talentos africanos que deberían surtir las plantillas en Europa.
El RB Leipzig es el zapato con el que Red Bull pisa el mercado del fútbol alemán, uno de los más interesantes para una empresa que ve en este deporte al igual que en la Fórmula Uno y el hockey sobre hielo- una muy útil y eficiente herramienta para su promoción comercial global. Decididos a posicionar su marca y llevarla a los mejores escenarios del balompié, la empresa de bebidas no ha ahorrado recursos para dotar al club de las mejores condiciones de trabajo.
Desde la organización logística hasta las instalaciones deportivas, pasando por el personal administrativo, el cuerpo técnico y la plantilla de jugadores, el RB Leipzig cuenta con la estructura y los medios de los grandes clubes alemanes. La única diferencia es que Red Bull, con sus fuertes inversiones, se ha ahorrado el sufrimiento que le tocó padecer a sus rivales presentes y futuros. Lo que a los otros les costó décadas de esfuerzo, se logró en Leipzig en apenas un lustro gracias a la comodidad que da un sólido respaldo financiero.
El líder del proyecto
El gran gestor del vertiginoso ascenso del RB Leipzig, que en apenas dos temporadas pasó de la cuarta a la segunda división del fútbol alemán, es Ralf Ragnick, quien desde el 2012 es el director deportivo del club y es un experto en este tipo de proyectos de llevar a la Bundesliga a equipos con dinero, pero sin arraigo.
Ragnick fue el encargado de hacer del Hoffenheim, en apenas tres años, un club de primera división. En el 2006, cuando asumió como entrenador del equipo que en un 96% se financia con capital del millonario alemán Dietmar Hopp, este se encontraba en la cuarta división. Dos años más tarde, en el 2008, ya jugaba en la Bundesliga, donde cerraría con broche de oro su primer semestre en la élite del fútbol alemán liderando la tabla de posiciones.
En aquel entonces el Hoffenheim representaba para los aficionados alemanes lo que el RB Leipzig hoy: la victoria de la comercialización del fútbol. Con el paso de las temporadas el repudio al club del mecenas Hopp se ha calmado, en parte porque el caso del Hoffenheim tiene dimensiones distintas al del RB Leipzig pues mientras el primero es más el capricho emocional de un millonario con el club de su juventud, el segundo es una pieza de la estrategia global de mercadeo deportivo de Red Bull.
Una piedra en el zapato
La DFL (Liga Alemana de Fútbol), alarmada por esta situación, le negó en primera instancia al RB Leipzig la licencia para jugar en la segunda división. No deja de llamar la atención, sin embargo, el hecho de que la autorización fuera posteriormente otorgada tras lograrse una serie de acuerdos de reformas cosméticas. Entre ellas el ligero y casi imperceptible cambio del emblema del club para que ya no fuera idéntico al logo de Red Bull, y —como gesto de independencia— el nombramiento de directivos que no fueran funcionarios de la empresa multinacional de bebidas.
El RB Leipzig, que además es el único club en Alemania que no le permite a los aficionados ser socios con voz y voto, y escasamente les deja adquirir por varios cientos de euros al año una membresía como “promotores” del equipo, se ha convertido en una piedra en el zapato para una gran parte del resto de los equipos.
El Bayern es uno de los clubes que más activamente busca frenar la marcha a pasos agigantados del RB Leipzig camino a la Bundesliga. Con su propuesta del “Juego Limpio Financiero” pretende limitar el aporte de capital privado al equipo lo cual desaceleraría el ritmo del proyecto.
Otros directivos, sin embargo, se han puesto del lado del nuevo club, entre ellos el presidente del Hannover, Martin Kind, quien destaca el amplio apoyo popular que se manifiesta en una cifra promedio de asistencia al estadio de más de 15.000 personas por partido (récord en la tercera división) y enfatiza la importancia de que a la antigua Alemania Oriental regrese el fútbol profesional que se ha alejado de la región.
La discusión en torno al RB Leipzig seguirá abierta pese a que en opinión del excampeón mundial alemán de fútbol de 1990 Thomas Berthold es una “gran hipocresía”. En el portal especializado Sport1Bethold recordó que “el dinero manda en el fútbol, y si en Leipzig está formándose algo perdurable, un equipo en capacidad de disputarle en el futuro los títulos de la Bundesliga al Bayern, entonces hay que darle la bienvenida”.
(Fuente: Deutsche Welle )