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Por Javier Bedía Prado

Oswaldo Reynoso no mira su biblioteca cuando escribe. El autor de En octubre no hay milagros crea con la mirada sobre sus raíces. A sus 82 años y con nueve títulos firmados, cree que ha escrito un solo libro. Publica poco, corrige mucho y sus lectores lo quieren aún más. La Casa de la Literatura Peruana le rinde un homenaje esta noche.

¿Se encuentra trabajando en una nueva novela?
Ya no creo en géneros, lo que existe es el libro, yo soy creador, lo que estoy creando es un libro. Siempre he roto algunos parámetros. Hace poco me preguntaron de qué trata lo que estoy escribiendo, y mis libros no tratan, los libros de economía, geografía, historia tratan; porque desarrollan temas, comunican ideas. Una obra literaria no trata, es el arte en sí, la palabra; la palabra y la imagen que dan una visión del mundo.

Siempre ha recibido críticas por romper esos parámetros…
Mi chamba es crear, simplemente creo. No de creer, sino de crear. Escribo por placer, porque me siento feliz, no hay ninguna persona que con sus críticas e insultos impidan que tenga ese placer. Realizo mi trabajo de creador y con él me siento feliz.

¿Siente que son los lectores quienes más han valorado sus libros?
La otra vez un joven me enseñó un trabajo universitario y se dio con que muchos críticos no consideran mis libros. Mis libros se han impuesto por los lectores, la satisfacción más grande es que haya gente que me lea, no que gane premios

¿Considera que los lectores se identifican por el realismo de su obra?
No creo en el realismo. Alfonso Reyes, en un ensayo, dice que hay una realidad real y una realidad ficcional. La real la hacemos una sola vez en la vida, nunca más la repetimos. Yo construyo una realidad ficcional paralela, la expreso a través de algunos símbolos. El escritor tiene una experiencia personal, vital, y otra cultural, que es lo leído. En muchos casos se da más importancia a la vital, caso Arguedas. O a la cultura, como Borges. Algunos escritores miran la pared, su biblioteca; los que miran el suelo miran sus raíces. Yo soy de los segundos.

En más de 50 años ha publicado nueve libros. ¿Corrige mucho?
No publico mucho. Hay un escritor que me siempre me envía libros. Le he pedido que me mande un estante la próxima vez. Hay otros que publican y publican, y están contaminando el ambiente, porque por cada libro hay menos árboles. Debería haber mayor control, no de crítica ni censura, sino calidad. Creo que durante toda mi vida solo he escrito un libro, toda mi obra tiene relación. No es más que la belleza a través de la palabra y la verdad.

¿Cómo es ahora su faceta de lector?
Tengo 82 años, el techo de vida que me queda es muy corto, así viva 100 años la calidad de vida va desmejorando. Tengo que ir directamente a una buena lectura, no puedo perder el tiempo como cuando era joven, tengo que ser exigente para no malgastar el poco tiempo que me queda.

¿Qué opina de la sociedad peruana de hoy?
Hay mucha corrupción, mucho engaño, mucha estafa. Eso de la inclusión social me parece una utopía que se está transformando en una estafa. Primero tiene que darse en el cerebro. Y la gente en el Perú sigue siendo racista. Terminaría haciendo una pregunta. ¿Qué indigna más? ¿Que una señora prepotente no haga cola y se ofenda porque le digan indígena ignorante o que a una quechuablante no la dejen ingresar a una universidad? ¿Qué debe indignar más? Lo segundo. Pero está pasando piola. Porque seguimos siendo racistas.