‘Kingsman: The Golden Circle’ es la secuela de ‘Kingsman: The Secret Service’ (Foto: 20th Century Fox)

‘Kingsman: The Golden Circle’ es la secuela de ‘Kingsman: The Secret Service’ (Foto: 20th Century Fox)

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Por: César Valero
REVIEW. Kingsman: The Golden Circle no es una buena experiencia. Ni quiera es graciosa o innovadora cuando cree serlo. Se queda apenas en la caricatura de la caricatura, en el colmo del colmo, en el absurdo del absurdo, y es una pena. La primera película tenía valores que han quedado en el olvido tras la amenaza del ‘Círculo dorado’.

‘Muerto’ Harry (Colin Firth ), Eggsy (Taron Egerton) ahora es un Kingsman con todos los derechos del caso y por tal, un blanco para Poppy (Julianne Moore), una simpática narcotraficante atrapada en los años 50, con intenciones de dominación global desde su refugio en la selva de Camboya, donde es resguarda por perros robóticos y por una moledora de carne. Poppy aniquila a los Kingsman, salvo a Eggsy y Merlin (Mark Strong), y después envenena a los consumidores de droga en todo el orbe a modo de secuestro, prometiendo una cura si el presidente de los Estados Unidos legaliza los narcóticos. Poppy es una villana, pero se hace intrascendente para una trama accidentada, acompañada de recursos fallidos – ¿canibalismo y masturbación? – y de inconsistencias que van desde retornos forzados hasta cameos desafortunados.

Kingsman: The Golden Circle se supone una comedia de acción. Una versión ligera y rebelde del juego de espías, de James Bond, pero no es más que una parodia desafortunada de lo que Matthew Vaughn consiguió en la cinta original. Si bien The Golden Circle intenta conservar elementos del género cómic, fracasa cuando intenta ser fantástica y sobre todo cuando intenta ser graciosa. La comedia debe ser inteligente, pero en esta secuela solo pasa por ridiculizar a Elton John o llamar Tequila a Channing Tatum y Whiskey a Pedro Pascal. Si bien puede robar algunas risas fáciles, el conjunto carece de gracia y hace sus 141 minutos interminables. No hay una premisa, tan solo tópicos sueltos que no pueden ser tomados en serio.

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La acción tampoco es reveladora. Es más de lo mismo, pero unos escalones más abajo. La primera película impuso su ritmo e hizo del asesinato un arte en varios pasajes, pero para esta nueva ocasión, olvidó la sorpresa y apostó por lo conocido. Puede que las coreografías hayan sido aceptables, mas no lo suficientemente atractivas para un espectador que espera algo más que un conteo de cadáveres u explosiones contra el tiempo.

Como Eggsy, Taron Egerton es lo que puede esperarse, ni más ni menos, mientras Colin Firth – sí, Harry está vivo, eso ya no es una sorpresa – pierde puntos como consecuencia de una amnesia y de un retorno que quita peligro a la marca. Como pareja tienen cómo salvar la situación, pero individualmente están perdidos.

Diezmada su organización tras un ataque sincronizado de Poppy, Eggsy y Merlin son obligados a recurrir a sus socios estadounidenses, a quienes encuentran en Kentucky bajo el alias de los Statesman y bajo la protección de un negocio de licor. Los Statesman también componen una agencia de inteligencia independiente, pero más allá de su tecnología y soporte, no tienen más que decir. Channing Tatum es desperdiciado al igual que Jeff Bridges y Halle Berry. Son como los invitados con los que no sabes qué hacer cuando llegaron.

Kingsman: The Golden Circle tiene el ritmo, pero no el orden para aprovechar esa velocidad. Tiene el color y el look, pero no el glamour. Tiene la intención, pero no las ideas correctas. Es atrevida, pero termina siendo estúpida. Es una decepción por más que haya adorado su banda sonora.

¿Habrá un tercer episodio? Las posibilidades dicen que sí y ojalá que para entonces, Kinsgman tenga algo más de tino y sentido.