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José Miguel Silva @jomisilvamerino

Días antes de esta entrevista, Karina Pacheco Medrano ganó el Premio Luces y presentó su novela El bosque de tu nombre. El reconocimiento y la publicación son simplemente dos momentos de lo que promete ser una carrera prolífica y laureada en la literatura.

En esta nota conversamos con esta antropóloga cusqueño-guatemalteca, autora de dos de los mejores libros publicados el año 2013. El último de ellos, bajo el sello Ceques Editores.

Ganaste el último Premio Luces. Cuéntame un poco sobre el libro El sendero de los rayos.
Es un libro que de algún modo abarca las diferentes facetas que a mí me interesan. Eso es lo que te permite el cuento, poder experimentar diferentes áreas, temas, épocas, enfoques y personajes. Son 15 cuentos, algunos en escenarios muy urbanos como Lima. En Luciérnaga, el cuento que da inicio al libro, hay una mujer observando desde un edificio a la ciudad y a la muerte. Otro cuento tiene que ver con una historia de amor en metáfora simbolizada en nieve que cae en Lima en pleno verano. Es algo surrealista. También hay otra historia, una pareja que no puede tener hijos, está viajando al norte tratando de reencontrarse.

¿En cuánto tiempo escribiste esos cuentos?
Uno de ellos viene del año 2006 y está ambientado en Guatemala. Es un poco el tema de El bosque de tu nombre, pero en versión cuento y en una historia totalmente diferente. Ese es el más antiguo. Hay también algunos cuentos del año 2009, como Piel de oso, que trata sobre un personaje mítico. Es como darle la vuelta de tuerca a un mito muy extendido en la sierra de nuestro país, que es el de ‘Juan el oso’, hijo de una mujer y un oso.

Eres antropóloga. ¿Cuándo comenzó tu faceta de escritora?
Siempre me gustó leer, desde muy chica y sobre todo literatura. No pensaba ser escritora pero de tanto leer me dije “me gustaría escribir una historia”. Hice una primera novela bastante larga a partir de una historia familiar y una serie de historias de ese tipo en clave generacional. Pero esa novela quizás estaba demasiado influida por temas cliché. La tuve allí, pensé que estaba lista. Algunos me decían que estaba muy bien, otros que tenía demasiados clichés. Esa novela nunca la publiqué, quizás tendría que darle una revisión muy profunda. Esa la escribí a fines de los noventas. Luego ya me metí de fondo a hacer mi tesis doctoral y me olvidé de escribir literatura.

Luego sí vendría tu primera novela publicada.
En una de mis primeras vueltas al Perú, los cambios que estaba viviendo me impulsaron a escribir una primera novela que tiene mucha influencia de los temas que a mí me atraen como antropóloga: identidad, racismo, discriminación; con el trasfondo de la violencia política en el Perú. Se llamó La voluntad del molle. Tuvo muy buena crítica, muy buena acogida y como a cuenta gotas, se fue esparciendo gracias al ‘boca a boca’.

Naciste en Cusco. ¿Cómo así llegaste a Guatemala unos años después?
Viajé a Guatemala por un tema de trabajo y de intereses. Los temas de democracia, derechos humanos, violencia, siempre me llamaron mucho la atención. Por algo casi familiar, por la influencia de mis padres en temas de memoria histórica. Cuando éramos chicas, en casa nos hablaban del Holocausto, de la Segunda Guerra Mundial, etc. Entonces, siempre tuve ese interés, a través de la antropología y la historia también, me vinculé a eso. Yo estudié esa primera carrera que te digo en la Universidad San Antonio Abad del Cusco. A fines de los ochentas, la violencia era fuerte en el propio Perú. Creo que eso nos impactó a muchos de mi generación.

Antes de Guatemala te fuiste a estudiar a España.
Cuando me fu a España hice un diplomado en Estudios Amerindios. Ahí conocí a muchos latinoamericanos y a través de esa experiencia es que yo entré a la historia guatemalteca. Más adelante, con una beca de la AECID volví a España para hacer un doctorado y ahí, en el Departamento de Antropología de América de la Universidad Complutense, hay un fuerte énfasis en lo que es Centroamérica y México, que yo conocía por encima, más no a fondo. Estudiamos mucho sobre la historia de las culturas y pueblos de América Latina. Es entonces que me interesé un poco más por el área maya.

Tu novela es básicamente sobre Guatemala. ¿Cuánto tiempo te tomó escribir El bosque de tu nombre?
En una primera etapa, dejé mi trabajo y tuve seis meses completamente sumergida en la escritura y en la investigación. Esto en Madrid, por la facilidad que tenía ahí para acceder a archivos en la Biblioteca Nacional de Madrid. Allí hay archivos fabulosos sobre América Latina. Investigué, entrevisté a gente de Guatemala vía telefónica y también a algunos en Madrid. No obstante, mientras más me escribía y más me informaba, más miedo tenía de ir a Guatemala. Si bien allí ya pasó el tiempo de la violencia política, hay otro tipo de violencia. Ese es el gran problema: si un país no resuelve sus problemas de violencia, impunidad y se entrega a los brazos de fuerzas oscuras (narcotráfico, mafias, etc), este problema seguirá expresándose de otras maneras.

Tu libro tiene muchos datos, mucha información. ¿Se puede decir que es una ficción alimentada con datos reales?
Claro, la trama es ficción pero todo el resto son datos reales. Por Internet puedes hacer mucha investigación. En el caso concreto de Guatemala hay mucha información disponible. La Comisión ‘Nunca Más’ tiene todos sus informes subidos a Internet. Y los 12 tomos de Memoria del Silencio también. Luego, también hay mucha data en el National Security Archive (Archivo de Seguridad Nacional de Estados Unidos) que, luego de la Guerra Fría, publicó todo lo que la CIA hizo en América Latina. En el 2012 viajé nuevamente afuera. Fui a Palo Alto, a la Universidad de Stanford, porque ahí hay archivos geniales. Hice más investigación hasta que decidí viajar a Guatemala. “Tarde o temprano tengo que ir allí”; pensé.

¿Cuál fue la primera impresión que te dejó ese país?
Me resultó tremendamente familiar. Es cierto, había leído tanto e investigado otro tanto sobre Guatemala, pero igual, yo sentí que estaba llegando a mi casa. Por otro lado, es un país que te llama la atención por dos cosas: es una belleza espectacular. Es como un paraíso lleno de belleza cultural, étnica; pero al mismo tiempo es un país desgarradoramente pobre. Además, claro está, la inseguridad que es palpable. No puedes tomar un taxi en la calle, todos son de compañías. Los pequeños comercios están enrejados, las mujeres no pueden caminar solas luego de las siete de la noche. Ese contraste de belleza absoluta versus miedo y, sin embargo, la otra vuelta de tuerca, es que los guatemaltecos tienen la esperanza de que hay que hacer cosas que pueden cambiar esto, dar un final en algún momento, aunque la situación sea tan grave.

¿Hay algo de ti en el protagonista de la historia? Esa sed de justicia, ese fastidio que le generan las injusticias, ¿es algo que caracteriza tu personalidad?
Sí, como dijo un famoso filósofo “nada de lo humano me es ajeno”. Evidentemente, cada uno tiene el derecho y el deber de vivir su propia vida, pero también tenemos el derecho y el deber de preocuparnos un poquito por lo que les pasa a los demás. Somos una misma humanidad y hay algo que nos une. Cuando ves que la indiferencia respecto a lo que les ocurre a los otros mientras tú estás bien es algo demasiado grande, tú estás directa o indirectamente afectando la posibilidad de una humanidad. Para mí, la humanidad se basa en el principio de hacer sentir a tus congéneres como tu familia, aún si están en otro país. Me pasaba igual que al protagonista. Él conoce la historia de Guatemala porque su papá es de ahí, aunque su madre es inglesa y él mismo vive en Inglaterra; pero al mismo tiempo, mientras más va indagando sobre su padre – buscando saber qué pasó con él – va indagando y sumergiéndose en la historia de Guatemala. Y yo también. Mientras más cosas encontraba, me preguntaba cómo es que el mundo no hizo nada. En mi opinión, en otro contexto, los niveles de maldad que se desataron allí son comparables con el Holocausto cometido por los nazis en Europa.

Además, no solo el protagonista siente esto sino que también su padre y su abuelo materno (un europeo). ¿Por qué consideraste necesario este ingrediente de que el abuelo también tenga una historia violenta atrás?
Surgió en el camino. La madre del protagonista es inglesa. Europa y países como, precisamente, Inglaterra, acogen a gente que llegó huyendo de la violencia o de la pobreza en diferentes contextos. En ese momento, se me ocurrió que podría haber una conexión entre ese padre (del protagonista) que vive en Inglaterra como exiliado político y, por otro lado, ese abuelo que por situaciones de violencia y pobreza en la Rusia de hace un siglo, previo a la Primera Guerra Mundial, tuvo que salir de su país de origen y dejar a dos de sus hermanos viendo allí. Hay como una conexión. Como un ‘el dolor los hermana’.

Ese lazo une al papá y al abuelo materno del protagonista.
Claro. Eso genera un elemento de unidad y de conocerse, de sentirse como uno, así vengan de zonas muy distintas.

¿Has leído otras novelas ambientadas en esta temática?
En novelas leí La hora azul de Alonso Cueto. Rosa Cuchillo me impresionó muchísimo, Retablo también me gustó. Abril rojo de Santiago Roncagliolo. Eso en novelas. En cuentos me gustaron mucho las antologías Todas la sangres y también la antología de Mark Cox Cuentos sobre la violencia política.

¿Qué proyectos tienes ahora en tu faceta de escritora?
La verdad es que quisiera tomarme unos días de vacaciones. Estos últimos meses fueron frenéticos. He estado escribiendo cuentos últimamente.

Tuviste un gran 2013.
Sí, necesitaba que este libro salga a la luz y, claro, ha sido todo muy bonito porque además gané el Premio Luces por el libro de cuentos que salió también este año. Quisiera descansar un mes y luego quizás redactar algunos relatos más. En febrero o marzo del año 2014, el Gobierno Regional del Cusco estará lanzando gratuitamente una serie de libro de autores cusqueños contemporáneos. Entonces, mi libro será uno de los primeros en salir. Será una antología de mis dos libros de cuentos y quizás algunos inéditos.

Es bueno eso, el Estado publicando libros.
Sí, la verdad es que esta propuesta es muy interesante. Sacarán mis cuentos con prólogos de gente externa. Además, sacarán un libro de Luis Nieto Degregori. En el caso de Lucho, ha pedido que su libro salga traducido al quechua. También están incluidos Enrique Rosas Paravicino, Mario Guevara Paredes, entre otros. Esto es genial.