(Video: La Prensa)

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Por José Miguel Silva @jomisilvamerino

Conversamos con Francisco Villalobos, autor de El proyecto Francisco Villalobos, una de las novedades que presentará la editorial Estruendomudo en la Feria Internacional del Libro de Lima, que inicia este viernes 19 de julio en Jesús María.

Mediante un lenguaje muy sencillo y en poco más de 90 líneas, este joven autor comparte su experiencia y la de otros emprendedores como él en el complicado mundo de las ideas de éxito en nuestro país. Una efectiva invitación para dar el primer paso y ser grande.

¿En qué año empezaste a hacer trabajo de cliente incógnito?
Eso fue en el año 98, 99. La primera vez que lo hice me impactó. Fui con mi hermano a un restaurante en la avenida Angamos y vino la chica que nos atendía. Se notaba que venía de pelear con alguien desde la cocina. Y sin mirarnos, nos dijo: “¿Qué tal?, ¿cómo están? Aquí está su carta”. Y, en lugar de entregárnosla o ponerla sobre la mesa, la lanzó como desde un metro de distancia. La carta tocó la mesa, dio vueltas y estuvo a punto de caerse. Yo inmediatamente miré a mi hermano, nos miramos, nos quedamos callados, no sabíamos qué pasaba. La chica ya se estaba yendo hacia la cocina, seguro a seguir peleando. Pensé inmediatamente –en esa época dicha empresa tenía 21 restaurantes– y el dueño estaba ocupado en otra cosa y yo pensaba: ¿Cuántos momentos como este hay en un negocio? ¿Y el dueño, quien toma las decisiones, no lo sabe? Me di cuenta de lo importante que era el cliente incógnito y desde allí nunca lo dejé.

Pero tampoco es un trabajo de verdugo de malos trabajadores…
No es que sea el verdugo, soy la balanza. La primera impresión puede ser que puedes encontrar errores y buscar al malo, pero yo soy la balanza. Si tú estás bien, te voy a decir: “Oye, no sabes lo bien que me atendió fulanito de tal en la zapatería tal”. Y te digo este ejemplo porque es real: llegamos a una zapatería, también de una cadena, y justo esta evaluación era filmada, estábamos con cámaras ocultas. Obviamente no era yo, sino mi equipo y había un vigilante. Los vendedores en ese momento no estaban, la cajera tampoco. Entonces el vigilante atiende a la señora que va por el servicio y la atiende tan bien que en la reunión de directorio de esa empresa saqué el video y se lo mostré a todos los gerentes. Todos se quedaron sorprendidos de lo bien que atendió el vigilante. Lo pasaron de vendedor: ganó el doble el mes siguiente y, un año después, lo encontré administrando esa tienda. El gerente jamás se hubiese enterado que tenía ese potencial cuidándole la puerta y ahora está cuidándole el negocio.

En una parte del libro mencionas que la gente decía que estabas loco al emprender esta propuesta (Clientes Anónimos). Leyendo toda la historia, sí estabas un poco loco, ¿no?
Sí, de hecho.

¿De dónde nació la idea de no solamente trabajar para alguien, sino armar algo propio, algo tuyo?
Ese en realidad es el momento de la locura porque mi jefe me iba a ascender y lo que más me dolía de este ascenso es que ya no podía ser el cliente incógnito porque era una condición. Y al ver que no había esa empresa especializada, de hecho hay empresas investigadoras grandes, es decir, existía el servicio pero para grandes empresas, para grandes bolsillos, pero no para gente que quiere crecer. No necesariamente te hablo de empresas micro y pequeñas, sino de medianas, de cadenas peruanas. En esa época era Rústica, empezamos a tratar con Boticas Hollywood que es una botica de la zona norte.

Por lo que leí, tenías esta curiosidad por ser una especie de comerciante, de emprendedor, de miniempresario…
El emprendimiento viene a mí por necesidad. Yo quería plata para la propina, luego quería plata para salir cuando estaba en secundaria, para salir y juerguear, y no la tenía simplemente. Mi familia se ocupaba de las necesidades y mi mamá hacía un esfuerzo enorme para encargarse de tres hermanos. Mis tías la ayudaban a veces, yo sabía que si quería ganarme ese extra tenía que ganármelo. Ahí aparece la creatividad. En el caso de los lápices de dos colores y los plumones, yo no pensaba en “quiero mi empresa, quiero mi negocio”. Yo quiero llegar al objetivo de estar mejor y acá hay una forma que es perfectamente válida.

Y en algún momento, todos quieren ser algo: médico, abogado, periodista. ¿Qué querías ser?
Yo primero quería ser astronauta. Y todavía tengo en mi lista de cosas que hacer antes de morir, aunque sea uno de esos vuelos de gravedad cero. Con eso me daría por bien servido. Después quise ser presidente. He terminado la primaria pensando que quería ser presidente y luego, en secundaria, quería ser dentista y después abogado, por eso empecé a estudiar Derecho. Pero siempre me enseñó mi abuela a ser ambicioso, a no pensar en “ya, me quedo con esto y luego voy a hacer más y más y más”. Si iba a ser dentista, iba a ser “el” dentista o el dueño de la cadena de centros odontológicos. Una cosa que mi abuela siempre me enseñó fue: “Tienes que sacarte la mierda”. Para esas cosas la abuela sí soltaba su lisura. Creo que a todos nos dicen alguna vez: “Si quieres ser uno más del montón, haz lo que hace el montón”. Pero yo lo aterricé de una manera un poco más sencilla. Si tu sigues el camino que siguen todos, haces el esfuerzo que hacen todos, no puedes esperar un resultado distinto. Y si todos los días te levantas a la misma hora que todos, te acuestas a la misma hora que todos, y gastas en lo mismo que todos, y dejas de hacer los esfuerzos que todos los demás dejan de hacer, ¿cómo puedes esperar tener más, lograr más?

Básicamente, ¿cuál es el asistente común que va a tu charla? ¿Qué tipo de persona te encuentras más?
Todo tipo de personas. Generalmente son jóvenes, pero es porque los espacios que me reciben son jóvenes, por decirte universidades, institutos, pero encuentro gente con dinero, con poco dinero, con preparación, religiosos, no religiosos. Algo que tienen en común, es que son personas con curiosidad y que quieren crecer. Algo con lo que yo empiezo el libro es diciendo que si tienes el libro en tus manos, estoy seguro que ya tienes más potencial que el resto porque mientras tú estás leyendo este libro, hay 50 amigos mirando ese programa de porquería en la televisión o consumiendo cualquier cosa que no les va a servir. Ya desde que tienes esa curiosidad por saber estás separándote del resto. Y cuando empiezas a actuar sobre eso, más aún. Por eso es el tema de las ideas. El valor que tú les das a ellas cambia todo.

¿Por qué el 80% de las empresas nuevas fracasan al primer año de formadas?
Son varias las razones. Mucha gente cree que emprender es mandar a imprimir tarjetas y constituir una empresa. Ellos tiran la toalla al toque. Emprender es ser valiente, requiere un tipo especial de persona que esté dispuesta a mecharse y enfrentar nuevos problemas.

Muchos abandonan a la primera gran pérdida económica…
La primera gran pérdida económica puede ser una gran dificultad. Esto no se trata de emprender a la mala. Nunca visitaste un mercado, nunca viste los competidores. Sabían que tenían debilidades y no trataron de compensarlas con un socio. Ese es otro de los problemas de los gurús que solo te dicen “¡emprende!”, pero nunca te dice que el camino es difícil y debes ir preparado.

¿Sueles plantearte muchos objetivos? ¿Quizás en unos años quisieras tener 10 empresas o 50 camionetas?
Todo gira alrededor de las ideas. ¿Cuántas veces has anotado todo eso que me dices en un papel? Son ideas que no valen nada, ni el papel donde las escribes. Eso nos enseñan y está muy mal. En mi caso, tengo una lista con todas las cosas que se me ocurren y quiero hacer. Quería hacer parapente y de pronto un día conocí un emprendedor que trabaja en eso, le pedí que me ayude a hacerlo y lo hice.

Uno ve las encuestas de opinión y el 80% no cree en el Congreso, mucho menos gente cree la Policía o el Poder Judicial. ¿Cómo ves al Perú?
Veo el potencial. Tenemos problemas, sí, pero en general en la mayoría de países la vida es difícil. A donde vayas, la vida te va a agarrar a cachetadas. No veo una realidad trágica en absoluto y mira, creo que nuestros tiempos más trágicos han ayudado a sacar lo mejor de nosotros. Sinceramente, prefiero que nos concentremos en sacar lo mejor de nosotros.

¿Qué viene luego de El proyecto Francisco Villalobos?
Quedaron muchas cosas, pero no mías. Algo que he aprendido es que siempre hay un montón de gente que sabe más que tú. Si bien en el libro el eje es mi empresa Clientes Anónimos, hay un montón de historias de otras personas que pueden ser más inspiradoras o que pueden servirle a otro público. Está este caso del chico Wong que estaba en la universidad, no le gustaba su carrera y esperaba deseoso el fin de semana para irse a volar parapente. Sacrificó el dinero y se dedicó a hacer lo que lo hacía feliz.

Ese es el caso de una persona entre 100 mil…
Claro, pero por qué no pueden ser más. Es uno en 100 mil porque lo que consumimos refuerza la idea de que tenemos que ser uno más y que es malo destacar. Fíjate en un grupo, si hay una persona contenta, al toque lo bajan. Le dicen loco. Una de las primeras cosas que hay que perder es el darle importancia a lo (malo) que te digan los que te rodean. La forma en que miras al mundo lo va a cambiar todo.

DATO: El libro será presentado el sábado 3 de agosto a las 7 pm en el auditorio César Vallejo de la Feria Internacional del Libro de Lima.