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Mientras sus orígenes continúan siendo un completo enigma, el flamenco viaja estos días a las raíces de la cultura gitana para fusionarse con la música del Rajastán indio en un festival que reúne a artistas de ambos estilos, con una conexión que brilla más allá de sus claras complicidades.
“Cuando pones a flamencos y a músicos del Rajastán a cantar o a tocar juntos te das cuenta de que vienen de una misma raíz”, explicó a Efe el pianista español Chano Domínguez, quien asegura “sentir” por momentos seguidillas y malagueñas cuando comparte escenario con artistas de estas tierras desérticas del norte de la India.
Músicos y bailaores de ambos estilos bromean en los jardines del majestuoso fuerte de Jodhpur mientras ultiman los detalles de su actuación. Intercambian miradas de complicidad cargadas de admiración mutua, fruto de una intensa semana de ensayos en la que han descubierto una conexión que les sorprende.
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Muchos de los artistas rajastaníes no hablan inglés ni falta que hace porque “el lenguaje universal de la música” ha sido más que suficiente, dice a Efe el bailaor Daniel Navarro, que recuerda cómo con un simple “chachachafanfán” retomaban enseguida cualquier punto de un ensayo.
Un cantaor indio reconoce a Efe con timidez lo “feliz” que le hace el festival y lo muestra arrancándose a palmear, a lo que su bailarina comienza a girar sobre sí misma en una danza que hace sonar cada cascabel de sus ropajes tradicionales.
La misma espontaneidad que caracteriza al flamenco, también una música popular, según recuerda el guitarrista Agustín Carbonell, que desde esta experiencia y su visión de músico nacido en el seno de una familia de artistas gitanos asegura que las raíces de su cultura y su música están en el Rajastán.
“Cantan a lo mismo, cantan a la vida, al amor, a las bodas y a los bautizos. Como nosotros los gitanos en España solemos hacer, por eso la expresión es casi la misma. Hemos navegado en diferentes barcos, pero las raíces del flamenco y los gitanos vienen de aquí”, manifestó a Efe.
Las similitudes de ritmo, giros en los cantes y modo de tocar los instrumentos han hecho “mucho más fácil engranar los temas”, aseguró Navarro, ya que “cambiando cuatro o cinco acentos fusionaba todo genial”.
Como resultado, un espectáculo en el que instrumentos flamencos y rajastaníes se fusionan tan naturalmente que hacen olvidar lo extravagante de un festival internacional de flamenco en medio de una ciudad india con poco más de un millón de habitantes.
El Festival de Flamenco y Gitano de Jodhpur reunió en esta segunda edición que concluye hoy a 18 artistas internacionales y 23 rajastaníes.
La naturalidad de la fusión se extiende al público, que ayer no dudó en saltar al espacio reservado para los espontáneos a los pies del escenario, donde decenas de asistentes bailaron flamenco salpicado de pasos de danzas populares indias entre espontáneos gritos de “olé”.
Y es que, como dijo Domínguez, “el disfrute que se produce de un lado al otro” caracteriza a ambas culturas musicales.
En otra muestra de ello los artistas improvisaron el viernes una suerte de sarao flamenco después de que la lluvia obligase a cancelar las actuaciones, para compensar a decenas de personas que palmeaban apasionadamente a su alrededor en una reducida zona cubierta, flanqueada por arcos que recuerdan a la arquitectura del Alcázar de Sevilla.
Tras la primera toma de contacto, esta segunda edición del festival ha servido para profundizar en una fusión con la que ya había experimentado Camarón y que fue seguida por algún que otro grupo español.
“No cabe duda de que la primera vez es algo así como la cosa del idilio, cuando piensas ¡ay qué bonito!, pero este año yo creo que se ha evolucionado. Han venido nuevos músicos con nuevos instrumentos y se han hecho nuevas canciones”, comentó el pianista, que acude por segunda vez al festival.
La estrella de esta edición asegura que volvería una y otra vez no sólo por la música, sino por “el nivel de ser humano” tan “lindo” que hay en el Rajastán, donde tienen muy claro “lo que es importante” para las personas, al contrario que en lo que describe como el primer mundo.
“Lo bonito de este festival – sentenció – sería que dentro de veinte años pudiéramos estar aquí y ver que ha ocurrido después veinte años de trabajo entre los músicos del Rajastán y los que vengamos de fuera. Y estoy seguro de que será una música que habremos desarrollado a partir de estos encuentros”.
(Fuente: EFE)