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Billie Holiday tenía una voz tan ronca y especial que no necesitó de ningún aprendizaje para dominar con facilidad los complicados giros del jazz y ofreció unas interpretaciones tan intensas que cuando se cumplen cien años de su nacimiento, este 7 de abril, sigue siendo la número uno.
Una voz privilegiada y una vida errática, con una madre que la tuvo con apenas 13 años, un marido maltratador y una adicción al alcohol y la heroína que la llevó a morir arruinada y sola, en la cama de un hospital y bajo arresto domiciliario, con tan solo 44 años, en 1959.
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Pero pese al tiempo pasado y a lo corta de su vida y carrera, Billie Holiday es recordada hoy y aclamada como una de las más grandes, lo que se refleja en diversos homenajes, principalmente en Nueva York, la ciudad que la acogió y en la que desarrolló toda su carrera.
El mítico Teatro Apolo de Harlem la incluirá este lunes en su Paseo de la Fama, en el que ya están Ella Fitzgerald, James Brown, Gladys Knight & the Pips, Etta James o Louis Armstrong.
“Su voz y su presencia se introdujeron en la cultura popular, lo que le llevó a ser la cantante más influyente del jazz de su época y una de las vocalistas más apreciadas del siglo”, afirma el productor ejecutivo del Apolo, Mikki Shepard, en un comunicado en la web del teatro.
Además, la cantante Casandra Wilson lanzará este martes su nuevo disco, “Coming Forth By Day”, en el que realiza un homenaje a “la belleza, el poder y el genio de Billie Holiday” con la grabación de 11 de sus canciones, y un nuevo tema, “Last Song (For Lester)”.
El Lincoln Center neoyorquino ha programado dos conciertos en los que Cécile McLorin Salvant cantará a Billie Holiday y del 7 al 10 de abril se celebrará en “Billie Holiday Festival” en diversas salas de Nueva York.
Citas con las que el mundo de la música quiere recordar a una de las cantantes más influyentes, que supo hacer de su voz uno de los instrumentos más precisos y eficaces, como ha recordado Wynton Marsalis en una entrevista en la revista “Life” en la que reconoce que, cuando tenía 24 años, se pasó un año escuchando, cada día, todas y cada una de las canciones grabadas por Holiday.
Una cantante nacida como Eleanora Fagan en Filadelfia el 7 de abril de 1915, en condiciones que ya fueron complicadas. Era hija de Sarah Julia “Sadie” Fagan y Clarence Holiday, que tenían tan solo 13 y 16 años, respectivamente.
Criada hasta los diez años por su tía Eva Miller – medio hermana de su madre -, estuvo a punto de ser violada por un vecino, pasó algunas temporadas en un reformatorio y viajaba de forma intermitente con su madre, que no tenía un trabajo fijo.
A los 14 años se reunió con su madre en Harlem y comenzó a ejercer la prostitución hasta que fue detenida y encarcelada durante cuatro meses. Tras esa estancia en la cárcel comenzó a cantar profesionalmente junto a un vecino, el saxofonista Kenneth Hollan.
Ya con el nombre de Billie Holiday – en homenaje a su padre, guitarrista -, empezó a deslumbrar con una voz que no había educado y que había formado a su manera, realizando imitaciones de cantantes como Louis Armstrong o Bessie Smith.
“No creo que cante. Me siento como si tocara el claxon. Intento improvisar como Les Young, como Louis Armstrong o cualquier otro al que admire. Lo que sale es lo que siento. Odio simplemente cantar. Tengo que cambiar el tono para adaptarlo a mi forma de hacerlo”, afirmaba Holiday cuando le preguntaban por su estilo.
Un estilo rompedor y sofisticado, una forma especial de frasear y una entonación profunda que se diferenciaba inmediatamente del tradicional jazz que imperaba en la época.
Su primera grabación fue en 1933 – “Your Mother’s Son-in-Law” – gracias al impulso del entonces poco conocido Benny Goodman.
Poco a poco fue ganando prestigio en el mundo del jazz y el punto culminante de sus inicios fue la serie de grabaciones que realizó junto al saxofonista Lester Young, que la bautizó como “Lady Day”, y que se convirtió en uno de sus mejores amigos.
Pero fue su interpretación de “Strange Fruit”, la historia del linchamiento de un negro y una dura condena del racismo que aún imperaba en Estados Unidos, la que le dio una enorme popularidad en 1939 y marcó un antes y un después de su carrera.
“God Bless the Child”, “Trav’lin’ Light”, “Gloomy Sunday”, “Lover Man”, “Summertime”, “I’ll be seeing you”, “Crazy he calls me”, “Body and Soul” son algunos de los títulos que se hicieron míticos con su voz.
Billie Holiday grabó más de un centenar de temas profundos, hipnóticos y cautivadores que siguen manteniendo su vigencia en la actualidad, al igual que su imagen, anclada en el blanco y negro, con su sonrisa melancólica y la eterna gardenia blanca que adornaba su pelo.
(Fuente: EFE)