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Reikiavik soñó, cantó, festejó, disfrutó, para terminar resignándose tras la clara derrota de Islandia (5-2) ante Francia, este domingo en cuartos de final de la Eurocopa, un torneo que enamoró al país y donde los ‘Vikingos’ firmaron una de las historias más bonitas y meritorias de la competición.
Cuando el partido terminó, los hinchas abandonaron tranquilamente el parque en el que decenas de miles de personas siguieron en una pantalla gigante el partido de París. Sin dejar la sonrisa, ni parar de cantar, aunque con la euforia inicial rebajada evidentemente.
La primera parte supuso un freno rápido al tren desbocado que parecía el optimismo de los ‘Vikingos’: 4-0 al descanso, todo decidido.
“Estoy orgullosa del equipo. El país estaba en pie, unido con ellos. Estoy feliz”, dijo Birta Omarsdottir, una joven de 18 años.
En las calles de la capital, bajo un sol que en esta época del año no se acuesta antes de medianoche, algunos fueron incluso a seguir la fiesta, a pesar de la derrota.
Islandia dio una vez más la imagen de un país alegre y optimista. Una marea humana de gente vestida de azul tiñó de color la tarde de domingo en Reikiavik.
La pendiente del parque donde estaba colocada la pantalla gigante hacia pensar en una enorme tribuna delante de una portería. No hay estadios para tanta gente en Islandia, donde el mayor recinto, el Laugardallsvöllur, tiene una capacidad para 15.000 espectadores.
Ay, ay, ay
La emoción lo invade todo en el inicio de la retransmisión con la voz del comentarista Gudmundur Benediktsson, todavía con los agudos que le han hecho famoso.
Pero la defensa islandesa hace aguas y los goles franceses empiezan a caer. Igual que el tono de Benediktsson. “Ay, Ay, Ay”, dice tras el 3-0.
En el descanso, los espectadores ya acusan el golpe anímico.
“No pensaba que podría haber una diferencia así. No sé qué no ha funcionado esta vez”, constata Sigthor Constantin Johansson.
Pero ni un silbido, ni una crítica, ni un reproche. Los más descontentos abandonan el parque en silencio.
En la segunda parte, Islandia salva el honor con dos goles, aunque recibe un quinto: resultado final, 5-2.
“Áfram Íslaaaaaand!” (¡Adelante, Islandia!), grita la multitud. “Lo han dado todo. Lo hemos hecho lo mejor que pudimos, pero no fue suficiente. Es el espíritu islandés. Estoy muy orgulloso”, subraya Gylfi Thor Sightorsson.
Los pocos turistas franceses que se han infiltrado entre los hinchas islandeses destacan la alegría y deportividad de sus anfitriones.
“Ha sido fantástico. Llegamos ayer y nos encontramos con este ambiente estupendo. Son geniales, de juego limpio. Estaba en un bar al principio del partido y cuando los islandeses vieron mi camiseta venían a abrazarme y brindar conmigo. Increíble”, admite sorprendido Yann Bicais, de 31 años.
Los héroes tienen previsto volver el lunes a Islandia y atravesarán Reikiavik en un autobús. Según los organizadores serán decenas de miles los aficionados que vayan a recibirles, en un país con 330.000 habitantes.
“Hemos hecho un gran torneo. Lo necesitábamos porque estábamos divididos después de la crisis financiera”, subraya Andri Thorleifsson.
(Fuente: AFP)