Dibujo de la portada del libro 'El fútbol a sol y sombra' de Eduardo Galeano (1995).

Dibujo de la portada del libro 'El fútbol a sol y sombra' de Eduardo Galeano (1995).

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No solo los amantes de la literatura latinoamericana se sintieron afectados por el fallecimiento de Eduardo Galeano, sino también los fanáticos del fútbol, del buen fútbol. Y es que el recordado escritor uruguayo era un fanático de este deporte e hincha acérrimo del Nacional de Montevideo, el ‘Bolso’ charrúa.

Eduardo Galeano, quien también era periodista e intelectual, publicó a lo largo de su carrera como escritor dos libros dedicados al deporte rey: Su majestad el fútbol (1968) y El fútbol a sol y sombra (1995).

A continuación te presentamos algunas frases y textos de Eduardo Galeano en los que da rienda suelta a su pasión por el fútbol:

“Rara vez el hincha dice: ‘Hoy juega mi club’. Más bien dice: ‘Hoy jugamos nosotros’. Bien sabe este jugador número doce que es él quien sopla los vientos de fervor que empujan la pelota cuando ella se duerme, como bien saben los otros once jugadores que jugar sin hinchada es como bailar sin música”.

“El hincha agita el pañuelo, traga saliva, glup, traga veneno, se come la gorra, susurra plegarias y maldiciones y de pronto se rompe la garganta en una ovación y salta como pulga abrazando al desconocido que grita el gol a su lado”.

“Han pasado los años y a la larga he terminado por asumir mi identidad: yo no soy más que un mendigo del buen fútbol. Voy por el mundo sombrero en mano, y en los estadios suplico: “Una linda jugadita, por el amor de Dios”. Y cuando el buen fútbol ocurre, agradezco el milagro sin que me importe un rábano cuál es el club o el país que me lo ofrece”.

“¿En qué se parece Dios al fútbol? En la devoción que le tienen muchos creyentes, y en la desconfianza que le tienen los intelectuales”.

“La historia del fútbol es un triste viaje del placer al deber. A medida que el deporte se ha hecho industria, ha ido desterrando la belleza que nace de la alegría de jugar porque sí”.

“El juego se ha convertido en espectáculo, con pocos protagonistas y muchos espectadores, fútbol para mirar, y el espectáculo se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos del mundo, que no se organiza para jugar sino para impedir que se juegue”.

“Messi no se cree Messi, o por lo menos todavía no se cree Messi. Ojalá que nunca Messi se crea Messi porque eso le permite jugar con la alegría de un pibe de barrio, como si fuera un chiquilín, un botija en los campitos o en los potreros, vos le ves ese disfrute en el juego”.

“(El arquero) lleva a la espalda el número uno. ¿Primero en cobrar? Primero en pagar. El portero siempre tiene la culpa. Y si no la tiene, paga lo mismo. Cuando un jugador cualquiera comete un penal, el castigado es él: allí lo dejan, abandonado ante su verdugo, en la inmensidad de la valla vacía. Y cuando el equipo tiene una mala tarde, el él quien paga el pato, bajo una lluvia de pelotazos, expiando los pecados ajenos”.

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