(Foto: Image.net/Getty Images)

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El proceso contra Bernie Ecclestone fue suspendido a cambio de 100 millones de dólares: una decisión devastadora por parte de la corte, que contradice todo sentido de justicia, opina Ursula Knapp.

Hasta hace poco, el jefe de la fórmula 1, Bernie Ecclestone, era acusado de corrupción y soborno. En el peor de los casos podría ser sentenciado a 10 años de prisión. Ahora, un par de días después, Ecclestone es un hombre libre. El Tribunal Regional de Múnich no lo absolvió, sino que ni siquiera llevó a cabo el juicio contra el británico.

El proceso fue suspendido a cambio del pago de 100 millones de dólares por parte de Ecclestone. Desde un punto de vista jurídico, el tribunal decidió hacer borrón y cuenta nueva.

Por su parte, el hombre a quien Ecclestone supuestamente sobornó se encuentra en la cárcel. Hace un año, el banquero Gerhard Gribkowsky fue sentenciado por el mismo tribunal a ocho años y medio de prisión. La indignación de la opinión pública es enorme. Con toda razón.

Ecclestone debería haber sido sentenciado

El derecho procesal alemán establece que es posible suspender un proceso cuando el acusado ofrece una reparación. La condición, sin embargo, es que el acusado no haya cometido un delito grave. Esto acaba de ser afirmado en el tribunal de Múnich para el caso Ecclestone. Se trata de una afirmación incomprensible. Y es una clara contradicción: si el británico realmente no tenía que temer una sentencia, ¿por qué va a pagar 75 millones de euros?

En realidad, Ecclestone debería haber sido sentenciado. Quizá a una pena menor que la que se supuso inicialmente. Pero ello habría significado también su renuncia al millonario cargo como jefe de la fórmula 1. Sin duda Ecclestone sabe hacer cálculos matemáticos. El pago de 100 millones de dólares es el mejor negocio de su vida.

El soborno y la corrupción no son infracciones de tránsito

Para la justicia alemana, el negocio es devastador. Muchos piensan ahora que en Alemania los ricos pueden comprar su libertad. Esto no es verdad. La suspensión de procedimientos penales a cambio de pagos se realiza miles de veces por año en Alemania. También la gente común y corriente puede comprar su libertad. Pero en esos casos se trata de infracciones de tránsito o robos menores en tiendas. Aceptar el pago en el caso de delitos graves es injusto: la proporcionalidad entre delito y culpa es un principio constitucional. Cuando se ha cometido un crimen, éste debe ser esclarecido y juzgado, incluso si al final del proceso se llega a una absolución.

El caso Ecclestone no es el primer pecado de la justicia alemana. En 2006, el llamado “Proceso Mannesmann” contra el banquero Josef Ackermann, el ejecutivo Klaus Esser y otros fue suspendido del mismo modo. En ese entonces fueron 5,8 millones de euros. Pero los acusados no eran tan ricos como Ecclestone.

El hecho de que se trata de una reincidencia por parte de la justicia alemana empeora todo. A pesar de la experiencia del “Proceso Mannesmann” la política no modificó las leyes y posibilitó ahora el caso Ecclestone. Ese es el verdadero escándalo.

(Fuente: Ursula Knapp/Deutsche Welle )