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Brasil, un país dividido entre protestas y fútbol

Casi todo está preparado para la celebración del gran evento del futbol mundial. Como país anfitrión, Brasil está haciendo lo imposible para triunfar en la competición. Pero no solo en lo deportivo. También como nación ha de enfrentarse a un gran reto: la organización del torneo ante un clima de protestas.

Una gran prueba…

El año pasado, la masivas manifestaciones contra el Gobierno ya empañaron la celebración de la Copa Confederaciones. Miles de personas se echaron a las calles protestando contra el despilfarro de dinero público para el Mundial. Ahora, la historia se repite y a poco menos de un mes antes del comienzo de la gesta deportiva, se convocaron protestas en más de 50 ciudades de Brasil.

Organizadas por comités populares, movimientos estudiantes y otros grupos como el Movimiento de los Trabajadores sin Techo, estas nuevas movilizaciones se bautizaron como “manifestación de las manifestaciones”, en alusión a la expresión “mundial de los mundiales” acuñada por Dilma Rousseff.

Entre sus reivindicaciones, están la libertad de manifestación y el cese de posibles medidas de represión por parte del Gobierno, vivienda digna para los desplazados por las obras del evento y sobre todo, más inversiones en materias sociales. Además, está previsto que movimientos internacionales como Occupy Wall Street participen también con acciones de apoyo en ciudades de otros países como París, Barcelona Londres o Buenos Aires.

… para manifestantes y policía

Ante las protestas, algunas ONGs se muestran preocupadas por los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad que puedan producirse. Su temor: una policía poco preparada para enfrentarse a grandes multitudes y reacciones desproporcionadas. “El ministro de Justicia y agentes de la seguridad pública de Rio de Janeiro y Sao Paulo anunciaron que trabajarían para prevenir y castigar actos de violencia cometidos por manifestantes y policías”, aclaró María Laura Canineu, directora de Human Rights Watch en Brasil. “Hasta ahora, estamos esperando propuestas más concretas al respecto”.

A falta de saber cuál será en definitiva la magnitud y duración de las manifestaciones, la mera convocatoria pone a prueba la capacidad del Gobierno para contener posibles protestas durante el Mundial. Un evento que, ante el clima de descontento, podría terminar en vergüenza, o convertirse en la gran fiesta anunciada.

(Fuente: Deutsche Welle )