Mi nombre es Refugiado, las historias con rostro de crisis humanitaria
Durante meses los medios de información ofrecieron imágenes sobre la crisis de refugiados en Europa, un rosario de historias anónimas que las periodistas Irene Savio y Leticia Álvarez han querido humanizar en un libro sobre esa ola migratoria marcadamente “contemporánea”.
Mi nombre es Refugiado (editorial UOC) es un collage de historias recogidas durante su trabajo en Turquía, Grecia, Macedonia, Serbia, Croacia y Alemania, con las que intentan explicar algunas causas de la crisis e ir más allá de la breve imagen que dan los medios de sus protagonistas.
“Nuestra idea era dar instantáneas de lo que fue el fenómeno, humanizar la historia, porque se cuenta través de personajes, pero hacerlo de forma muy sencilla, con un lenguaje directo y muy periodístico”, explica Savio (Roma, 1982) en declaraciones a Efe.
Fátima, Nedal, Haana, Ayla o Mohamed y todos los que les acompañaron en su peregrinación huyendo de Siria, Afganistán o Irak, jalonan los capítulos del libro para recordar quiénes eran antes del éxodo, los peligros y abusos de los traficantes y sus esperanzas de volver a tener una vida que pueda llamarse así.
“Un mosaico de historias minimalistas – cada una, una cuchillada -, de personas que lleva a cuestas su nombre y la tenacidad de los relegados (…) Primeros planos al estilo Frank Capa extrapolados a masas anónimas”, escribe el periodista Rossend Domènech en el prólogo del libro.
De entre todos esos retazos de vida, Savio destaca el de Samina, una adolescente iraquí de 15 años que hace dos fue convertida en esclava sexual por el grupo terrorista Estado Islámico, del que logró escapar y ahora está refugiada en Alemania.
Refugiado, una etiqueta que uniformiza una variedad de vidas y situaciones y de la que ellos mismos huyen. “El título es una especie de provocación porque a muchos no les gusta que les llame refugiados: ‘Yo soy un ser humano y me llamo tal y vengo de tal’”, recuerda Savio que le decían.
“Una ola migratoria totalmente contemporánea – señala – con características nuevas”, en la que las nuevas tecnologías tienen “un papel determinante”.
La redes sociales e Internet “han sido importantes en todo momento porque servían a los refugiados, a los solicitantes de asilo”, para contactar con sus familias, con los traficantes de personas, incluso para pagarles, o como fuente de información sobre el estado de las fronteras.
“El refugiado 2.0 ha sido más afortunado – explica – porque las redes sociales y las tecnologías permitieron que, de alguna manera, pudiesen protegerse mejor que hace años cuando todo eso no existía”.
Una ola migratoria que “hoy no está cerrada, en realidad se ha frenado, la gente está varada en países como Grecia e intentan ir subiendo por la misma ruta, pero en condiciones mucho más riesgosas”, indica Savio, quien aún mantiene contacto con algunos de los protagonistas del libro de Savio y Leticia Álvarez (Valencia, España, 1983).
Refugiados que en muchos casos son personas bien formadas, universitarias, que hablan idiomas. “Gente que si se hacen bien las cosas, si se trazan buenos caminos de integración, realmente son un recurso para la sociedad que los acoja, para que se conviertan en los futuros europeos”.
Fuente: EFE
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