El virus del ébola muestra la vulnerabilidad de los humanos
La rápida expansión del virus del ébola en África Occidental es alarmante. Son necesarios pasos consecuentes para contener su propagación. Sin embargo, sería absurdo emprender la búsqueda de los posibles culpables. Sería inapropiado culpar a los países afectados por haber propiciado la extensión del virus con una asistencia médica deficiente o a la investigación por no haber desarrollado una vacuna aún.
La triste verdad se que, pese a todos los avances médicos, el ser humano seguirá siendo vulnerable. El virus del ébola nos hace recordar de manera cruel que los humanos somos mortales y que existen amenazas que hasta la mejor investigación no puede combatir tan fácilmente.
Esto no solo vale para el ébola, sino también para otros virus, como, por ejemplo, la malaria, el VIH o la gripa. Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, cada año entre 250.000 y medio millón de personas mueren a causa del virus de la influenza. Es decir, muchas más que a causa del ébola. Sin embargo, aparentemente parecemos habernos acostumbrado a este peligro.
Esto no quiere decir que debamos subestimar la amenaza del ébola: el virus es altamente contagioso y basta un simple contacto corporal para contraerlo. Su periodo de incubación es muy corto y en la mayoría de los casos es mortal.
No obstante, precisamente por ello también es relativamente fácil contener su expansión. Suena paradójico, pero es cierto: el virus casi no se propaga de forma inadvertida. Los médicos lo pueden detectar tempranamente, si surge un brote en algún lado. Ya desde 1976, se conocen casos de ébola en África Occidental. Sin embargo, las epidemias anteriores no se convirtieron en pandemias mundiales.
Puesto que, desde hace tiempo, el virus está extendido entre zorros voladores y otros animales salvajes, probablemente nunca se podrá exterminar completamente. Aún así, el ébola puede ser controlado, si se lucha consecuentemente.
Sin embargo, esto no es posible sin que las personas en las regiones afectadas reciban informaciones sobre la enfermedad. Deben entender el peligro que representa comer carne de animales salvajes. Asimismo, deben aprender a reconocer los síntomas de la enfermedad y que no pueden atender al paciente en sus casas.
Un requisito decisivo para una lucha exitosa contra el ébola es y siempre será la lucha contra la pobreza. Porque solo si las personas ya no dependen de la caza de zorros voladores o de roedores en la selva y si los padres pueden mandar a sus hijos a la escuela –donde reciben educación en higiene y previsión de salud–, será posible mantener el ébola y otros virus alejados de los humanos.
(Fuente: Deutsche Welle )
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