Primera Guerra Mundial: Von Moltke, el jefe de Estado Mayor fracasado
“Estamos dispuestos y cuanto antes, mejor para nosotros”. Con estas palabras abogó el jefe del Estado Mayor del Imperio Alemán el 1 de junio de 1914 por una rápida guerra preventiva. Con ese pronunciamiento, Helmuth von Moltke, al igual que otros militares alemanes, marcó el ritmo de los acontecimientos en el verano de ese año. La idea era: si se desata la guerra rápidamente, Alemania puede vencer a los poderosos enemigos. De esa forma, los militares empujan decisivamente a los políticos a la guerra. Moltke, sabía, sin embargo, que la contienda bélica se transformaría en una guerra mundial con final abierto: “Como terminará todo esto, nadie lo sabe”.
Helmuth von Moltke lleva un gran nombre. Es sobrino del mariscal de campo del mismo nombre conocido de la guerra contra Francia de 1870/71. Guillermo II lo nombra en 1906 jefe de Estado Mayor. Moltke acepta con la condición de que el emperador no se entrometa en sus decisiones. Ambos comienzan a distanciarse. Justamente el primer día de la guerra, una discusión hace que la relación se transforme en enemistad: Guillermo II ordena, contrariando a Moltke, detener la movilización contra Francia y que todas las unidades sean enviadas al frente contra Rusia. Poco después dejará sin efecto esa orden.
Los primeros rápidos éxitos militares en el frente occidental en el verano de 1914 no satisfacen a Moltke. Con desconfianza registra el relativamente reducido número de prisioneros y el escaso botín de cañones. Supone que “los franceses se han retirado ordenadamente y siguiendo un plan” y que volverán para atacar. “Lo más difícil nos espera aún”, profetiza Moltke el 4 de septiembre de 1914. Efectivamente, un día después comienza el contraataque de franceses y británicos en la Batalla del Marne . El ejército alemán es obligado a retroceder, el plan de operaciones original para el frente occidental ha fracasado definitivamente.
Moltke es responsable de ese fracaso, el emperador le manifiesta su disgusto. Finalmente Moltke, de 66 años, debe retirarse por motivos de salud. Ya debilitado e irritable al comienzo de la guerra, sufre un colapso nervioso. Contra su voluntad, el emperador lo releva de su cargo, sustituyéndolo por Erich von Falkenhayn, por entonces ministro de Guerra.
Seis semanas después del comienzo de la guerra, los alemanes pierden a su jefe de Estado Mayor, oficialmente por “molestias en el hígado y la vesícula”. Esa mentira propagandística no puede encubrir el desastre militar alemán ya en el segundo mes de guerra ni el fracaso de su jefe de Estado Mayor. Helmuth von Moltke muere dos años después de su destitución como consecuencia de un ataque de apoplejía.
(Fuente: Deutsche Welle )