Refugiados medioambientales, los más invisibles en crisis de desplazados
La crisis humanitaria de los inmigrantes y el estado límite del medio ambiente alrededor del planeta guardan una relación que el politólogo francés Sami Nair aborda en su libro Refugiados. Frente a la catástrofe humanitaria, una solución real (Crítica, 2016).
Para el ex eurodiputado y miembro honorario del Consejo de Estado de Francia, los alcances de la COP21, a ratificarse en el Acuerdo de París, son pequeños. El responsable de la condición crítica, considera, es el modelo de consumo de energía ‘negativa’ y de casas unifamiliares, impulsado por Estados Unidos, que no aplica las reglas internacionales de medio ambiente.
“No se habla de ellos porque lo que llama la atención son los emigrantes por la crisis económica y porque no hay conciencia real de lo que se nos viene encima. Se cree que en los próximos 20-25 años tendremos más de 90 millones de desplazados por causas medioambientales (ahora hay 25 millones)”, observa a La Vanguardia.
Desde hoy encuentra grandes retos en la urbanización y el crecimiento demográfico de países como China e India, donde la producción industrial es de la más contaminante para el medio ambiente. El mayor crecimiento demográfico en los próximos 30 años se va a dar en el África subsahariana. En el continente ya hay 20 millones de desplazados.
“Hasta la fecha, se les consideraba emigrantes económicos, pero ellos no quieren dejar su país; son desplazados medioambientales. Hay que modificar la convención de Ginebra de 1951, que no los incluye. Es una situación peligrosa, que va a adquirir mayores dimensiones en el futuro y los remedios para esos refugiados no son idénticos a los de otros migrantes. Se puede evitar esa situación interviniendo en los países de origen. Se puede repoblar, crear infraestructuras para agua o utilización de la energía solar”, sostiene.
En cuanto al trato de los refugiados e inmigrantes en Europa, califica de vergonzoso el acuerdo entre Turquía y la comunidad.
“El pacto entre Alemania y Turquía, que se ha extendido a la UE, es vergonzoso no solo por las medidas que proponen para un problema humano sino, y es el punto clave, porque habla de inmigrantes económicos y no de refugiados; es la concesión que hicieron los turcos a los alemanes. Es una manipulación semántica vergonzosa sólo para que los europeos y Angela Merkel puedan expulsarlos colectivamente”, agrega.
El intelectual propone retornar al pasaporte de tránsito, inventado tras la I Guerra Mundial por Fridtjof Nansen, el explorador noruego que recibió el Nobel de la Paz en 1922. “La Sociedad de Naciones lo llamó pasaporte Nansen. Aparece en un anexo de la Convención de 1951”, recuerda.
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