Jean Claude Juncker, ¿un político para Europa?

Pocos conocen tan bien la política europea como Jean Claude Juncker. A lo largo de casi 20 años, fungió como primer ministro de Luxemburgo y participó en innumerables sesiones del Consejo de la Unión Europea. Además, durante ocho años fue presidente del eurogrupo, precisamente en una época en la cual la divisa común europea y la Unión Europea en general pasaron por su peor crisis.

A menudo se hace referencia a Juncker como “Míster Euro”, y él mismo dice: “Tanto el euro como la Unión Europea estaban en peligro. En el marco de mis limitadas posibilidades, hice todo lo que estaba en mis manos para evitar la catástrofe”.

La crisis pareciera haber sido superada, pero sus efectos aún se sienten. El desempleo, sobre todo entre los jóvenes, es visto por Juncker como el lastre más pesado para el continente. “La tarea más urgente para los europeos es ofrecer un futuro a los jóvenes en paro que corren peligro de convertirse en una generación perdida”, ha dicho Juncker.

Contradicciones

El político cristianodemócrata parece dar importancia a la política social. Se ha pronunciado contra la excesiva especulación y los exagerados salarios para directivos de empresas. También dice defender a los trabajadores y sus derechos. Pero, ¿no son acaso estos temas propios de la socialdemocracia?

Después de todo, conservadores y gobiernos cristianodemócratas europeos fueron quienes emprendieron el doloroso curso de consolidación. Por otra pate, Juncker jamás se hubiera convertido en el candidato del Partido Popular Europeo si no hubiese apoyado las políticas de ahorro. La canciller alemana jamás lo hubiera permitido.

¿Entonces qué tipo de política representa Juncker? Es difícil responder, dice Pia Oppel, periodista de la emisora luxemburguesa de radio 100,7. “De alguna manera consigue juntar dos posiciones completamente contrarias en una propuesta políticamente centrista”, dice en entrevista con DW.

Bruselas no debe inmiscuirse tanto

Los críticos de Juncker ven esto no como una virtud, sino como una debilidad del político luxemburgués. Su contra parte más visible es Martin Schulz, actual presidente del Parlamento Europeo. Los socialistas lo presentaron como un candidato claramente más identificado con la izquierda política.

Pero la decisión sobre cuál de los dos será el próximo presidente de la Comisión Europea deberá satisfacer a todos en Europa. Juncker parece haberse hecho a esta idea. “Es necesario evitar que se alcen nuevos muros y nuevas demarcaciones políticas en Europa. Soy alérgico a las diferenciaciones norte-sur, grande-pequeño, débil-fuerte. Quiero construir puentes y convertirme en un motor de consenso en Europa”, ha dicho.

Juncker ha aprendido otra lección: los ciudadanos están hartos de regulaciones que consideran superfluas, provenientes de Bruselas; por ejemplo, la prohibición de las bombillas eléctricas. “Demasiada Europa en los detalles aniquila a la gran idea europea”, afirma.

Nada es seguro

Sin duda, Juncker encarna mucho de lo que necesita el próximo presidente de la Comisión Europea: tiene experiencia, es políglota, sus ideas políticas son moderadas y para muchos gobiernos resulta un candidato digno de ser postulado. Pero también tiene puntos flacos. En los debates de campaña, el luxemburgués lució cansado y desmotivado. Además, es visto justamente como parte del sistema de Bruselas contra el cual hicieron campaña, y con éxito, los partidos antieuropeos. En el proceso electoral, Juncker ya se tuvo que enfrentar a resistencias en los países miembros de la UE que pretenden quitar atribuciones a Bruselas.

Así, Juncker deberá formar mayorías en el Parlamento Europeo. Sólo así podrá nominarlo el Partido Popular Europeo para el puesto de presidente de la Comisión Europea. Pero alguien más podría ser nominado. La canciller Angela Merkel ya lo dijo antes de la elección de Juncker como candidato de los conservadores: no debe haber definiciones automáticas.

En cambio, los candidatos transmitieron a los electores la idea de que en los hechos votaban también por el próximo presidente de la Comisión Europea. Juncker advirtió además que, si los gobiernos no logran unirse en cuanto a este tema, la democracia europea entraría en una crisis porque los votantes se sentirían engañados. Pero en realidad, al hacer tales declaraciones, no pensaba tanto en Europa como en su propia carrera política.

(Fuente: Deutsche Welle )

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